Habitualmente a los medios de comunicación se nos distingue como el “Cuarto poder” debido a la extraordinaria influencia y papel crucial en la democracia. Un apelativo que sin embargo bajo un contexto de grave crisis y de cambio de época ha declinado en algo distinto a su profundo significado inicial.
El alarmismo es una de las constantes que nos alejan del sentimiento de millones de ciudadanos, que sin bien quieren conocer la magnitud de los sucesos que acontecen no abandonan por ello la idea de encontrar solución a los problemas y dejar el legado de un mundo mejor a las generaciones próximas. Cual paradoja en los últimos años se ha puesto de manifiesto la imposibilidad de la población de encontrar en los medios de comunicación; reportajes, noticias o iniciativas positivas que susciten las ganas de actuar y actitud optimista para salvar los pesares cotidianos.
El periodismo como herramienta de servicio social no solo debe quedarse en la mera interpretación de la realidad; también puede y debe invitar a la acción generando en última instancia un impacto positivo en el entorno más inmediato.
Estamos frente a la oportunidad de vibrar en sinergia con el sentir de la gente, retroalimentarnos y visibilizar todas las ideas que surgen como propuesta rupturista del status quo.
Hay muy buenas causas, gente, grupos e instituciones que generan noticias positivas a diario y en todas partes.
El desarrollo de la tecnología y la revolución en la comunicación ha incrementado notablemente la capacidad de ver, oír y leer el mismo mensaje transmitido a millones de seres humanos simultáneamente y de crear diferentes estados de ánimo.
La responsabilidad social de los medios de comunicación como agentes de ese conocimiento masivo es una invitación a recuperar el rol pedagógico y terapéutico dando espacio también, al periodismo constructivo entendiendo nuestra profesión como motor de cambio.
MARCAS EN POSITIVO












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