En nuestro continuo viaje hacia la resolución de desafíos fundamentales, nos encontramos frente a una problemática distintiva y contemporánea que afecta a la salud mental de manera significativa: los efectos negativos de las redes sociales.
En la era de la información y la conectividad digital, las redes sociales han emergido como un fenómeno omnipresente, transformando la manera en que nos relacionamos, compartimos información y, lamentablemente, también impactando la salud mental, especialmente entre los más jóvenes.
En este análisis, inspirado por el visionario gurú tecnológico Peter Diamandis, nos sumergiremos en la compleja relación entre redes sociales, tecnología y salud mental, explorando las preocupantes tendencias que sugieren un aumento de la ansiedad, depresión y soledad, especialmente entre la generación más joven.
El artículo de Diamandis destaca la necesidad de soluciones inmediatas que combinen avances tecnológicos con regulación sólida, abordando la crisis con enfoques innovadores, desde sistemas empáticos de IA hasta plataformas que fomenten un entorno en línea más positivo.
En el ámbito político, la llamada a fortalecer estándares de seguridad, proteger la privacidad de los niños y promover la educación digital destaca la importancia de una acción colectiva para revertir esta creciente amenaza a la salud mental.
En el verano de 2017, Jean Twenge, un psicólogo experimentado de la Universidad Estatal de San Diego, inició un acalorado debate en el campo de la psicología. Su investigación, que incluía datos que se remontaban a la década de 1930, se centró en las tendencias generacionales. Cuando profundizó en los datos de salud mental de los adolescentes a partir de 2011, quedó desconcertada. Surgió un patrón distintivo y preocupante: la ansiedad, la depresión y la soledad parecieron aumentar alrededor de 2011 y 2012.
Twenge planteó la hipótesis de que el culpable era la creciente prevalencia de los teléfonos inteligentes. Durante una entrevista con NPR, Twenge afirmó: “La mayoría de los estadounidenses utilizaron teléfonos inteligentes alrededor de 2012, y ese es el mismo momento en que aumenta la soledad”. Muchos de sus contemporáneos se mostraron escépticos y críticos, afirmando que sus datos eran demasiado tenues para sacar conclusiones tan amplias y que estaba provocando un pánico indebido entre los padres. Sin embargo, en 2023, armado con un nuevo libro y datos sólidos, las advertencias de Twenge resultan más conmovedoras que nunca.
El nuevo libro de Twenge, Generations, revela un cambio dramático en la forma en que los adolescentes utilizan su tiempo libre. Al analizar datos desde la década de 1970 hasta la actualidad, descubrió que el tiempo que los adolescentes pasaban socializando en persona se mantuvo bastante estable hasta 2004. Luego comenzó a disminuir ligeramente, pero experimentó una caída significativa después de 2010. Por esta época, la propiedad de teléfonos inteligentes se disparó, con alrededor de 50 Porcentaje de adultos estadounidenses que poseen uno en 2012.
Al mismo tiempo, el uso de las redes sociales se volvió casi omnipresente entre los adolescentes, aumentando del 50% en 2009 a un enorme 95% en 2022. El estudio también encontró una estadística sorprendente: el 22% de las niñas de décimo grado pasaron siete o más horas diarias en las redes sociales. Esta inmersión digital tiene consecuencias tangibles, que afectan especialmente al sueño, pilar fundamental de la salud mental.
Twenge descubrió que entre 2010 y 2021, el porcentaje de estudiantes de décimo y duodécimo grado que dormían siete horas o menos por noche aumentó de un tercio a casi la mitad. Esta falta de sueño está relacionada con mayores riesgos de ansiedad, depresión, autolesión y suicidio. Los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) validan los hallazgos de Twenge. Informan que la tasa de suicidio entre las personas de 10 a 24 años se mantuvo estable entre 2000 y 2007, pero luego aumentó un 57% entre 2007 y 2017. Twenge no está sola con sus preocupaciones.
Chris Said, un científico de datos que ha trabajado en Facebook y Twitter/X, ha comparado el impacto de las redes sociales en la vida social de los adolescentes con una bomba nuclear, afirmando que no hay nada en la historia reciente que haya remodelado tanto la socialización de los adolescentes como las redes sociales. La creciente preocupación por los efectos de las redes sociales en la salud mental culminó en un informe del Cirujano General de EE. UU., Vivek Murthy, en mayo de 2023.
Calificando la salud mental de los jóvenes como “el problema de salud pública definitorio de nuestro tiempo”, pidió medidas decisivas para proteger a nuestros niños. Y este problema no se limita a Estados Unidos: es global. Una encuesta de Amnistía Internacional que abarcó 45 países encontró que el 74% de los jóvenes de entre 13 y 24 años revisaban sus cuentas de redes sociales con más frecuencia de la que les gustaría, y más de la mitad reportaron experiencias negativas.
Incluso Bután, a menudo aclamado como el “Reino Feliz”, no es inmune. Esta pequeña nación del Himalaya introdujo la televisión en 1999 y poco después Internet. Sin embargo, hoy en día, más del 90% de los butaneses utilizan al menos una aplicación de redes sociales y pasan un promedio de 163 minutos en línea diariamente.
La evidencia sugiere que esta inmersión digital está erosionando la cohesión social: alrededor del 83% de los butaneses atribuye los problemas familiares al uso de las redes sociales. Bután, que alguna vez encabezó el Informe Mundial sobre la Felicidad, ocupó el puesto 97 en 2023. La conclusión es que los problemas de salud mental son reales, están aumentando y necesitan nuestra atención inmediata, tanto a través de políticas como de innovación.
Si bien sigo siendo optimista sobre nuestra capacidad para resolver los desafíos apremiantes de la humanidad, la crisis de salud mental resultante de las redes sociales es uno de los mayores problemas que necesita soluciones a corto plazo. Estas soluciones podrían combinar avances tecnológicos con una regulación sólida.
La innovación tecnológica ofrece vías prometedoras. Por ejemplo, los sistemas empáticos de IA podrían actuar como guardianes digitales, monitoreando y moderando el contenido consumido por nuestros jóvenes. Estos algoritmos avanzados, diseñados con conocimiento psicológico, pueden filtrar contenido dañino, fomentando un entorno en línea más seguro.
Otro enfoque innovador es el desarrollo de plataformas impulsadas por IA que ofrecen contenido atractivo que sea a la vez inspirador y edificante. Estos sistemas podrían contrarrestar la negatividad que a menudo prevalece en línea, ofreciendo a nuestros niños un espacio digital más positivo y enriquecedor. En el frente político, la urgencia es igualmente palpable.
Los formuladores de políticas tienen un papel fundamental en el fortalecimiento de los estándares de seguridad y garantizar que la privacidad de los niños no se vea comprometida en los ámbitos digitales. Invertir en educación digital y mediática es crucial, para dotar a la generación más joven de las habilidades necesarias para navegar responsablemente en el complejo mundo online.
Además, la financiación adicional para la investigación puede iluminar aún más la intrincada relación entre la tecnología y la salud mental, guiando futuras intervenciones.
PETER H. DIAMANDIS
Es un ingeniero, médico y empresario greco-estadounidense mejor conocido por ser el fundador y presidente de la Fundación X Prize, cofundador y presidente ejecutivo de Singularity University.
Redacción
En Positivo
Leer más: