jueves, 07 diciembre 2023
mercado laboral

¿Estamos ante una nueva disrupción? El impacto de la IA en el mercado laboral. CARLOS GUARDIOLA

En el vertiginoso mundo de la tecnología, donde la innovación y el cambio son constantes, es crucial detenernos a reflexionar sobre los desafíos y las transformaciones que enfrentamos. En este artículo de opinión para Ethic, escrito por Carlos Guardiola, director de innovación y experto en la creación de nuevos modelos de negocio, servicios y productos basados en tecnología, explora un tema de gran relevancia en la actualidad. Guardiola nos guía en un viaje a través de la disrupción tecnológica que ha marcado la última década y nos lleva a cuestionarnos sobre lo que el futuro nos depara.

En su opinión aborda la influencia de la inteligencia artificial en el mercado laboral y sus implicaciones para los profesionales técnicos. Guardiola nos ofrece una perspectiva única sobre cómo la tecnología está moldeando no solo las empresas, sino también las dinámicas laborales y la economía en general.

A medida que la inteligencia artificial se establece como una fuerza disruptiva, surge la pregunta crucial: ¿estamos a las puertas de una nueva revolución que cambiará radicalmente la forma en que trabajamos y vivimos?

A través de las palabras de Carlos Guardiola y descubra cómo la tecnología está desafiando las estructuras tradicionales, planteando interrogantes sobre el empleo y la igualdad.

Hace 12 años Marc Andreessen escribió un famoso artículo donde explicaba por qué el software se estaba comiendo el mundo. En ese contexto, los gigantes tecnológicos copaban los primeros puestos en capitalización bursátil, por delante de bancos, operadoras y empresas energéticas. En 2014, Salim Ismail explicaba en su libro Exponential Organizations que el ciclo de máxima competitividad de una empresa se había reducido a cinco años, y que el 89% de las empresas que salían en el Fortune 500 del año 1955 ya no estaban presentes en el de 2014.

«Si no estás trabajando en la disrupción de tu negocio o mercado, lo está haciendo otro», dice la web de Ismail. Lo dice porque hemos visto cómo la tecnología digital, de la mano de grandes inversiones de fondos de venture capital, ha transformado cómo viajamos, comemos, aprendemos, nos informamos, nos entretenemos, ahorramos, invertimos e incluso cómo consumimos a otras personas.

Cualquier sector, mires donde mires, se transforma gracias a la tecnología digital. Esto es así desde hace más de 12 años, y ahora, en 2023, es buen momento de hacernos dos preguntas decisivas.

¿Quién va a transformar el mercado de la tecnología? ¿Y cuándo lo va a hacer? Obviamente, la tecnología. Vale, pero, ¿qué tecnología? La inteligencia artificial (IA). Y, por cierto, ya ha empezado.

En los años 80, en la Glorieta de Ruiz Jiménez de Madrid, había una sucursal del Banco Central. Recuerdo ir con mi padre a sacar dinero: rellenabas un papelito con la cantidad y le dabas la libreta y el DNI a un señor al otro lado de un cristal. Se lo pasabas por un cajón con un mecanismo que impedía que dos personas metieran la mano a la vez. Luego, el señor revisaba si tenías ese dinero, y metía billetes en el cajón para que los cogieras. Mientras esperábamos, me entretenía con un bolígrafo negro, sujeto con una cadenita (porque la gente roba). Ese trabajo desapareció con la implantación de los cajeros automáticos, mucho más rápidos, cómodos y seguros. Que daban dinero a cualquier hora del día, sábados, domingos y festivos. Una maravilla para los clientes, y una faena para los cajeros-persona, que se quedaron sin trabajo.

Lo mismo pasó con las oficinas bancarias. Hacer operaciones por internet o por el móvil es más cómodo: estás en casa, sin esperar una cola. En 2008 había más de 46.000 sucursales bancarias en España, hoy hay menos de 19.000 (como en 1976). También con los call centers. Ninguna empresa dice abiertamente que hará lo posible para que sus clientes desistan en la queja. Cualquier empresa se declara customer centric, o sea, que ponen «al cliente en el centro», ¿exactamente en el centro de qué? Cada vez que un cliente con un problema usa la salida de «quiero hablar con un agente» porque se ha perdido el diálogo de un IVR o de un chatbot, se demuestra que, como clientes, no estamos en el centro.

¿Quién pensaría que un cliente quiere escuchar una locución que le invita a volver a decir más claro su problema? Alguien que prefiere ahorrar dinero.

Cuando una empresa decide (como si las empresas pudieran decidir, eso no existe, son las personas que trabajan en las empresas las que deciden) que va a eliminar un proceso humano y sustituirlo por un proceso telemático o automatizado, usa una ecuación en la que el coste (o sea, lo que se paga) importa más que el servicio (o sea, lo que se hace a cambio de lo que se paga). Hay una ley que dice que con un coste lo suficientemente bajo, cualquier nivel de servicio es rentable. Montar una empresa y pagar todos los meses las nóminas es una complicación; se hace si es la mejor forma de invertir un dinero. ¿Qué dinero? El de los costes de operar. Resumidamente, la rentabilidad de una empresa se calcula con el resultado del dinero que se gana y el que se invierte. El día que salga más rentable meterlo en una cuenta de ahorro, se acabó la empresa.

(…)

Programadores en la niebla

Mientras tanto, el mundo de la tecnología vive un ciclo maravilloso. Los que empezamos a trabajar a finales de los 90 hemos vivido varios. Los informáticos de mi quinta leíamos a Douglas Coupland, que escribió Generación X y Microserfs a mediados de los 90, también hemos visto Trabajo basura de 1999, y The IT Crowd de 2006. Contextos donde los profesionales de la tecnología digital viven alienados en trabajos insatisfactorios, en organizaciones que no les consideran personas sino «recursos» (como una impresora o un ordenador), mal pagados y sin reconocimiento social (los freakies). Entre medias vivimos la «Burbuja de las Puntocom». Lo opuesto. Un contexto de demanda de profesionales que supera la oferta, sueldos y paquetes retributivos disparados y mejores condiciones de trabajo.

Llevamos más de 12 años en la bonanza de la transformación digital: la tecnología como motor del cambio en todos los sectores. Hay un nuevo exceso de demanda: todas las empresas necesitan desarrolladores.

Hasta el punto de que la relación entre empleador y empleado se desequilibra hacia el lado del empleado. Eso no es normal, comparado con lo que ocurre en la sociedad. Haciendo unas cuentas rápidas consultando diferentes guías salariales, se estima que un desarrollador que programe en JAVA y tenga de cinco a diez años de experiencia cobra de media 52.000 euros. Este dato dice dos cosas. Primera, cuánto le cuesta a la empresa. La certeza de lo que se paga por tener a esa persona en plantilla: 68.718 euros. Segunda, contextualiza ese salario con la realidad española. Según datos de la Agencia Tributaria de 2021, una persona con entre cinco y diez años de experiencia (y entre 29 y 34 años de edad) que cobre 52.000 euros está en el percentil 93. Es decir, el 93% de los españoles gana igual o menos. Por edad, está en el 5% de los españoles que más ganan. Estar en 5% de algo no es lo normal.

La IA nivela asimetrías

Tampoco es normal que quién ofrece el empleo esté en desventaja sobre el que lo acepta. Al fin y al cabo, quien ofrece el empleo asume el riesgo. El riesgo de pagar a alguien (parte real de la cuenta de resultados) apostando que ese dinero (invertido en la persona) genere beneficio (parte imaginaria de la cuenta de resultados). La escasez de talento significa que los empleados tienen más opciones para elegir que los empleadores, y es indeseable para quien asume el riesgo.

En el mundo de la tecnología están los salarios de los percentiles más altos de las tablas, y todo tipo de beneficios, como el teletrabajo, ayudas para idiomas, formación certificada, más vacaciones, medidas para el bienestar personal y mental… Incluso hay empresas que han implantado la jornada laboral de 4 días. ¿Por qué? Inversiones para aumentar las opciones del empleador, para atraer y retener talento.

En paralelo, quienes trabajan en áreas de Personas, Talento y Cultura manifiestan la asimetría externa del empleado con más opciones que el empleador, y la asimetría interna que crea una organización donde unas personas tienen unas condiciones, y el resto, tiene otras.

La asimetría es lo peor para una empresa. Es un indicador clave para hundir su cultura. Significa que las personas no son iguales ni tienen los mismos derechos. Un pequeño grupo tiene un privilegio por ser «más necesario» para el negocio.

Eso transmite al resto el mensaje inequívoco de ser «menos necesario». Lo dijo en junio de 2022 Elon Musk al anunciar que los empleados de Tesla debían pasar al menos 40 horas a la semana en la oficina, que era «menos de lo que se pide a los empleados de las fábricas».

La asimetría es un indicador clave para hundir la cultura de una empresa porque significa que las personas no tienen los mismos derechos

Juntemos empresas que aplican de manera racional la reducción de costes; con la asimetría entre oferta y demanda que hace que los empleadores tengan menos opciones; y con empleados técnicos de mejores condiciones que el resto de la sociedad. Me pregunto si habrá alguna tecnología que pueda equilibrar la balanza al lado del empresario. ¿Por qué del lado del empresario? Porque asume el riesgo. Es quien paga. El que paga elige. Debería ser entonces una tecnología que aumente y amplifique la productividad de los técnicos.

Mi pronóstico es que llegará un día, además va a ser pronto, lo mido en meses por no decir semanas, en el que la IA, que diseña, programa, compila, depura, despliega y tiene un fee mensual en torno a los diez dólares va a hacer que un programador con menos de dos años de experiencia pueda tener un rendimiento equivalente al de otro con cinco.

CARLOS GUARDIOLA
Director de Innovación, trabaja con líderes globales que quieren crear nuevos modelos de negocio, servicios o productos de base tecnológica

Redacción
En Positivo

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