La historia del conflicto entre Palestina e Israel está marcada por décadas de dolor, sufrimiento y desesperanza. Este conflicto, con raíces profundas y complejas, ha experimentado episodios recurrentes de violencia que parecen no tener fin. El sábado 7 de octubre, el mundo fue testigo de un nuevo episodio de esta tragedia que amenaza con desencadenar una guerra cruenta.
Ese día, sabbat judío y festivo sagrado, que para muchas familias debería haber sido un momento de unión y celebración, se convirtió en una pesadilla. Un violento ataque sacudió la región, desencadenando una lluvia de cohetes desde Gaza hacia Israel. Los cohetes, miles de ellos, apuntaban a ciudades y poblaciones civiles, desafiando la ética más básica de la guerra.
Este acto de violencia dejó claro que el conflicto palestino-israelí sigue siendo una herida abierta en el corazón del Oriente Medio. Hamas, la organización militante islamista que controla Gaza, llevó a cabo este ataque coordinado, dejando en su estela muerte, destrucción y caos.
En un festival de música electrónica en el desierto cerca de Re’im, hombres armados dispararon contra los asistentes. Centenares de muertos, mujeres violadas y otras personas tomadas como rehenes.
El sufrimiento de las personas inocentes atrapadas en medio de este conflicto es inaceptable y desgarrador.
No podemos ignorar el contexto en el que se desarrolla este conflicto. Israel ha fortificado su barrera con Gaza durante años, pero esta vez quedó en evidencia la imperfección de su impenetrabilidad. La táctica de Hamas de sobrecargar la Cúpula de Hierro, el sistema de defensa antimisiles israelí, con miles de cohetes en poco tiempo, logró sobrepasar sus capacidades.
Esta escalada de violencia no puede continuar. Es urgente que se detenga la espiral de agresiones que solo perpetúa el sufrimiento de las personas en ambos lados del conflicto.
Los líderes mundiales y la comunidad internacional tienen la responsabilidad de intervenir y buscar una solución pacífica.
Es fundamental recordar que, detrás de los números y las estadísticas, hay vidas humanas en juego. Niños, mujeres y hombres inocentes se ven atrapados en una violencia que no eligieron. No podemos permitir que esta situación continúe.
Lo único seguro es que van a morir inocentes de los dos bandos, gente que ni le va ni le viene por estar en el sitio y momento inadecuados.
Es hora de un llamado urgente a la razón y a la diplomacia. Si bien es necesario abordar las legítimas preocupaciones de seguridad de Israel, también es esencial reconocer el sufrimiento del pueblo palestino. La población palestina vive bajo la sombra de la ocupación y la desesperación, lo que alimenta el ciclo interminable de violencia.
La comunidad internacional debe trabajar en conjunto para promover el diálogo y la reconciliación. Las conversaciones de paz han fracasado en el pasado, pero eso no debe desanimarnos. Debemos perseverar en la búsqueda de una solución justa y duradera que garantice la seguridad y la dignidad para todos.
La retórica incendiaria y la escalada de la violencia solo llevan a más sufrimiento y muerte. Es hora de que los líderes mundiales y la ONU desempeñen un papel activo en la búsqueda de una paz genuina en la región. Debemos apoyar a aquellos que abogan por el diálogo y la coexistencia.
En este contexto, las palabras de Shlomo Ben Ami, exministro de Exteriores israelí, cobran relevancia. Ben Ami destaca la necesidad de buscar líderes con visión que puedan superar este conflicto. La estrategia de fortalecer a Hamas como un medio para eliminar la solución de los dos Estados ha demostrado ser contraproducente. Se necesita un enfoque más constructivo que promueva la coexistencia y la negociación.
Igualmente Noam Chomsky, intelectual y activista, propone desde hace años una solución que implica el reconocimiento de dos Estados independientes, Israel y Palestina, con fronteras definidas y seguridad garantizada para ambos. Esta solución ha sido respaldada por muchos en la comunidad internacional y podría servir como base para futuras conversaciones de paz.
La historia nos enseña que la violencia solo engendra más violencia. Es momento de un cambio radical en la dirección del conflicto palestino-israelí. La paz no es una utopía inalcanzable; es una necesidad urgente.
La diplomacia y el respeto mutuo deben ser nuestras armas más poderosas en esta lucha.
La comunidad internacional no puede dar la espalda a esta crisis. Debemos unirnos en un llamado conjunto para poner fin a la hostilidad y abrir un camino hacia un futuro en el que israelíes y palestinos puedan vivir en paz y prosperidad. La historia nos está mirando.
La humanidad no puede permitirse otro episodio de sufrimiento en esta región. Es hora de un cambio. Es hora de la paz.
Shalom, Salaam aleikum, la paz sea con todos.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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