En un mundo contemporáneo marcado por la persistente amenaza de extremismos y autoritarismos, siempre es importante tener una mirada crítica. A medida que los movimientos políticos recurren cada vez más a la retórica mesiánica y a la manipulación mitológica para ganar apoyo popular, hay que advertir sobre los peligros de permitir que el mito se entremezcle con la política.
En su libro “Mitologías fascistas: Historia y política de la irracionalidad en Borges, Freud y Schmitt,” el historiador Federico Finchelstein nos lleva en un viaje fascinante a través de las dimensiones ideológicas y mitológicas del fascismo y el Holocausto. A través de las perspectivas de Jorge Luis Borges, Sigmund Freud y Carl Schmitt, Finchelstein arroja luz sobre la relación intrincada entre el mito y la política autoritaria.
El fascismo, desde Benito Mussolini hasta Leopoldo Lugones, consideraba el mito como una poderosa herramienta para legitimar su autoritarismo extremo.
Veían en el mito una forma moderna de política de masas que otorgaba legitimidad a un tipo radical de autoritarismo, donde la soberanía popular se combinaba con la imagen del líder mítico. Este cambio llevó al desplazamiento del héroe clásico hacia el líder moderno y fusionó mito, poder y violencia en una sola entidad. El fascismo, entre 1919 y 1945, llevó la mitología política a extremos sin precedentes, creando mitos de proporciones monumentales.
Jorge Luis Borges, el renombrado escritor argentino, arroja luz sobre el surgimiento del fascismo en su obra “Héroes” (1949), donde reduce el trabajo de Thomas Carlyle a un prolegómeno del fascismo.
Borges advierte sobre los peligros de permitir que el mito se entremezcle con la política, ya que conduce a la irracionalidad y la violencia.
Su perspectiva se enfoca en cómo el pensamiento mitológico puede ser utilizado tanto por aquellos que apoyan como por quienes se oponen al fascismo.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, también ofrece una perspectiva crucial sobre el fascismo. La historia comienza con la visita de un fascista italiano a su consultorio en Viena. Freud, en un acto de ironía, le dedica un libro crítico sobre la guerra y la violencia, utilizando la palabra “héroe” de manera ambivalente. Esto demuestra su firme desacuerdo con la ideología fascista.
En su análisis, Freud destaca cómo el mito se convierte en un instrumento de propaganda en el fascismo, reemplazando la evidencia con invenciones, lo secular con lo sagrado, y eliminando el sentido común. Para Freud, las mentiras y la propaganda fascista eran una forma de mito, una realidad irracional que las masas aceptaban ciegamente.
Por otro lado, Carl Schmitt, un pensador alemán cercano al nacionalsocialismo, argumentaba en favor de la centralidad del mito en la política. Defendía la necesidad de un liderazgo mítico y la inclusión de elementos sagrados y religiosos en la política. Esto implicaba un gran paternalismo y la desconfianza en la capacidad de las personas para tomar decisiones racionales. Schmitt veía en el mito una herramienta que permitía explicar las decisiones irracionales y la violencia política, convirtiendo la política en un acto de fe y confianza absoluta en el líder.
Aunque tanto el fascismo como el populismo comparten características mesiánicas y autoritarias, difieren en su enfoque político. Mientras que el fascismo aboga por la dictadura y una fe ciega en el líder, el populismo es una forma autoritaria de democracia. El populismo apela a la fe de las masas y busca influir en las elecciones democráticas a través de la retórica mesiánica, pero lo hace dentro del marco de las instituciones democráticas.
Borges, en sus primeros años, fue un antifascista que denunció los peligros del pensamiento mitológico en la política. Sin embargo, con el tiempo, su perspectiva se volvió más liberal y anticomunista, lo que lo llevó a tener una aversión al peronismo, que confundió en ocasiones con el fascismo.
Freud y Borges ofrecen visiones críticas del fascismo, advirtiendo sobre los riesgos de permitir que el mito se entrometa en la política. Ambos señalan cómo el pensamiento mítico puede llevar a la irracionalidad y la violencia, y cómo las mentiras y la propaganda fascista son formas de mito que se imponen a las masas.
“Mitologías fascistas” de Federico Finchelstein nos brinda una visión profunda de cómo el mito y la política se entrelazaron en el contexto del fascismo. A través de las perspectivas de Borges, Freud y Schmitt, Finchelstein arroja luz sobre la lucha entre la razón y el mito en la política moderna. La historia nos enseña que debemos ser críticos ante el auge del mito en la política, ya que puede conducir a la irracionalidad y la violencia, como lo advirtieron Borges y Freud en su lucha contra el fascismo.
Redacción
En Positivo
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