Decía el filósofo Jean-Jacques Rousseau que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad que lo corrompe. Su teoría suscita un debate ético hasta nuestros días, pero al ver a cualquier niño tan lleno de pureza y amor nadie diría que luego pudiera corromperse.
En efecto, el filósofo ginebrino sostenía que todo ser humano alberga dentro de sí un sentimiento de compasión que le hace rechazar el sufrimiento de los congéneres. Sin embargo, esa bondad natural se transmuta en aquellos más débiles moralmente bajo el influjo de la socialización y sus efectos colaterales como la codicia, alineación e hipocresía.
El ser humano es dual y guarda en su evolución la bonhomía, pero también la perversidad. Algunos personajes no se sabe si por maldad o enajenación transitoria avergüenzan sino hacen daño a sus semejantes. Eso no quita que por sus habilidades en socializar hayan escalado a cotas de poder y alcanzado reputación mediática.
Estos personajes impresentables se multiplican y no representan nada positivo. Con demasiada frecuencia ganan una publicidad gratuita y sobreexposición en los medios que resuena como un eco.
Parecería que hay una epidemia contagiosa de malestar debidamente auspiciada y retroalimentada. Eso que en mi libro Verdades cambiadas del 2011 llamaba ideología del malestar cuando estos personajes terribles y noticias negativas se difunden en bucle los 24/7 haciendo del mal un reclamo persistente.
En el repaso de los hechos más relevantes de agosto en el mundo hemos comprobado esa contaminación negativa en un tiempo que debería prestarse a una mayor amabilidad.
En España el caso del presunto asesino Daniel Sancho, hijo de un famoso actor, es parte de la comidilla de todos los noticiarios que indagan en los aspectos más morbosos del caso. En el culebrón que han convertido el presunto asesinato se olvida la humanidad de la única víctima, Erwin Arrieta.
Igualmente lo que debiera ser una buena noticia como es la consecución del Mundial de Fútbol femenino por parte de la Selección Española y la gesta de estas mujeres que en tan pocos años de profesionalización de la Liga femenina han conseguido lo impensable. Por el contrario el hito femenino ha sido opacado por los obscenos gestos y beso indeseado del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a una de las futbolistas, Jennifer Hermoso.
Para desgracia de las jugadoras y aficionados la repercusión global del tema se lo ha llevado el comportamiento del susodicho en vez de la gesta deportiva.
Este estilo tan característico y acuñado “Trumpista” es denunciado pero al mismo tiempo promocionado. El propio Donald Trump sigue en el ojo del huracán por el juicio de varias causas que se ha convertido en un show. Así es la insólita foto policial del expresidente tras entregarse a la Justicia en una prisión en Georgia.
También la guerra en Ucrania en la que Vladimir Putin parece victorioso mientras sus enemigos mueren, continúan sus asesinatos y coacciones a la disidencia.
La crisis en Ecuador que no termina con las elecciones y atraviesa una profunda crisis estatal. El asesinato de Fernando Villavicencio, candidato del partido Construye, hizo evidente sus problemas. De forma insólita algún candidato a las elecciones tuvo que acudir a su mesa protegido y con chaleco antibalas.
La dictadura en Nicaragua que reprende a sus disidentes, expropia bienes y vulnera derechos humanos. Mientras, en el destierro, los presos políticos despojados de su nacionalidad no han cejado de denunciar.
Igualmente en Israel alertan de que su democracia está en peligro. Miles de personas llevan semanas manifestándose contra la reforma judicial del Gobierno de Benjamín Netanyahu mientras siguen las tensiones con los palestinos.
Por su parte el populismo y la polarización corroen en un ciclo vicioso a una Argentina desde hace años en crisis. Del movimiento pendular ha pasado del kirchnerismo a beneficiar el ascenso de Javier Milei.
Por su parte en España se vive un clima de inestabilidad política sin un gobierno seguro, con negociaciones complicadas con los independentistas y con posibilidad de nuevas elecciones en el horizonte.
Mientras, se pasa por alto y en segundo plano cuestiones tan urgentes como la violencia machista que lleva a un verano fatídico con 18 asesinadas en los últimos dos meses.
Ante este panorama hacen falta respuestas más contundentes. Acertadamente el escritor Javier Cercas apelaba en una reciente columna de opinión a la meritocracia como la mejor receta para defender la democracia. Y no le falta razón si sólo los mejores pueden servir de ejemplo a la sociedad y ser un espejo en el que mirarse.
Si no nos representan los que carecen de moral y profesionalidad, entonces solo pueden hacerlo los personajes más emblemáticos como referentes y que actúan en coherencia con gestos modélicos que enfrenten tanta negatividad.
Hay buenos hombres y mujeres que pueden y deben ocupar puestos de responsabilidad. Los medios tenemos una importante labor haciéndonos eco de aquellos que en la sociedad saben construir.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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No veo cómo puede construirse una democracia de verdad que no sea de verdad una meritocracia. JAVIER CERCAS
¿Desproporción en” l’affaire Rubiales”? Muchos y muchas lo dicen, muchos y muchas expresan perplejidad ante “los tiempos que corren”. JOHN CARLIN
Derrotar al malestar.
Una España en positivo o, una España en negativo. He aquí la cuestión.
La meritocracia de la clase política