Un legado de pobreza, genocidio y dictadura dejó a Zimbabue luchando contra una epidemia de depresión, conocida coloquialmente como kufungisisa, o “pensar demasiado”.
Es primavera en la capital de Zimbabue, Harare, y el escenario, un simple banco de madera a la sombra de plátanos silvestres, se convierte en una sala de terapia poco convencional.
Conocidas como ‘ gogos ‘ (mujeres mayores) o ‘ ambuya utano ‘ (abuelas de la comunidad), estas trabajadoras comunitarias de la salud (CHW) de Zimbabue tienen un historial en el tratamiento de la ansiedad y la depresión leves a moderadas que supera a muchas terapias de conversación e intervenciones farmacológicas tradicionales.
Fundado en 2007, el proyecto del Banco de la Amistad ha tratado a 280.000 personas en sus 16 años de existencia, en 70 comunidades de Zimbabue y en proyectos derivados en Malawi, Kenia y, más recientemente, en Zanzíbar y Vietnam.
Este es un proyecto histórico que emplea a abuelas para brindar terapia en sus vecindarios y que está llegando a ciudades de todo el mundo.
En 2024 llegará a Londres, con una serie de Bancos de la Amistad que se instalarán en las comunidades más marginadas de la ciudad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 300 millones de personas sufren depresión en todo el mundo. Es la principal causa de discapacidad en el mundo y contribuye a 800.000 suicidios al año, la mayoría en países en desarrollo.
En 2006, el año en que se inauguró el Banco de la Amistad, la tasa de suicidios de Zimbabue fue de 20,1 por cada 100.000 habitantes, el doble del promedio internacional y uno de los peores registros del mundo en una nación que ha sufrido una serie de traumas a nivel de población.
Redacción
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