domingo, 01 octubre 2023

Valoremos lo que hemos avanzado, lo podemos perder. JORGE DOBNER

Hay una idea común que nunca está de más repetir; la democracia no vino por generación espontánea aunque se dé por descontada. Basta ver lo que ha pasado en Ucrania cuando de la noche a la mañana despertó hace año y medio en una guerra indeseada por la invasión de Vladimir Putin.

La consecución de las democracias occidentales es una historia de sangre, lágrimas y represalias hasta que se ha conseguido un sistema, que aun imperfecto, sigue siendo de momento el mejor existente.

La mayoría de países en occidente tienen la suerte de vivir dentro de un ecosistema de estabilidad y calma relativa a diferencia de lo acontecido durante el siglo XX. Sólo contabilizando la Segunda Guerra Mundial se estima que murieron entre 40 y 50 millones de personas.

Gracias a la democracia se ha conseguido la protección de los derechos humanos, civiles, el respeto a la pluralidad y las libertades fundamentales y el principio de celebrar elecciones periódicas y genuinas mediante sufragio universal.

Hemos querido lógicamente pasar página de las mayores desgracias y nos hemos acostumbrado a lo bueno. La democracia precisa ser defendida por todos los ciudadanos, los que se postulan para ser representantes del pueblo como los que votan.

En estos momentos la desafección de la ciudadanía con sus políticos es notable y son esos políticos los que deben tomar buena nota. Es cierto se echa en falta una mayor altura de miras y seriedad cuando bastantes agentes políticos están convirtiendo la política en un show retransmitido y batalla campal frente al interés de hacer políticas que solucionen los problemas reales de la gente.

Hay un miedo que puede devorarnos y quizá volver  a épocas pasadas que no queremos recordar; es lo que está en juego en muchos países como estamos viendo en España, Alemania, Grecia, Hungría, Polonia…

En retrospectiva no debemos perder el foco y tenemos mucho que agradecer. Hay que valorar en su justa medida que en los últimos 20 años se ha avanzado y mucho, y sería una pena no darle su lugar.

  • Ahora que estamos en la semana del Orgullo Gay hay que reivindicar que en dos décadas en Occidente se ha avanzado enormemente en derechos y hoy en muchos países se reconoce el matrimonio igualitario.
  • El reconocimiento del derecho de asistencia sanitaria a cualquier persona y acceso a la sanidad pública. Hoy una gran mayoría de personas con distinta sensibilidad ideológica comparte la defensa de la sanidad pública como algo incuestionable.
  • El reconocimiento ciudadano a condenar la violencia machista que ha condenado a la muerte a miles de mujeres a manos de sus parejas. Lo que otrora era desgracia dablemente tolerable y se disfrazaba de crimen pasional ahora tiene el nombre de violencia machista y para erradicarla se ha dispuesto en la judicatura los recursos necesarios, abogados y jueces especializados en la materia.
  • Igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer. En este siglo XXI llamado feminista se está consiguiendo la plena igualdad para que no haya discriminación por razón de sexo. Las mujeres están plenamente emancipadas y se han ganado por derecho propio los mismos reconocimientos.
  • Derechos de trabajo frente a la indignación de la explotación laboral. Nadie pone en cuestión que toda persona merece un trabajo digno y bien remunerado para cubrir sus necesidades vitales. Es cierto que en la práctica aún hay un camino por recorrer pero lo que se toleraba hace veinte años ahora sería intolerable.
  • Conciencia medioambiental frente a un obsoleto modelo sobreexplotador de recursos naturales. La tierra no nos pertenece, debemos cuidarla y respetarla para dejarla en las mejores condiciones a las generaciones próximas.

No perdamos la perspectiva y valoremos más lo que tenemos, de lo contrario podemos perderlo.

JORGE DOBNER
Editor 
En Positivo

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