Las disputas de las izquierdas es un error recurrente en las llamadas fuerzas progresistas sin que el tiempo y la experiencia parezcan subsanar. La izquierda desunida es incapaz de prevalecer los objetivos de un común denominador de mínimos para inmolarse por la persecución maximalista de ideas irrealizables en un corto recorrido.
Las diferencias “insalvables” de matices ideológicos, las discrepancias de posicionamiento y estrategia política, las peleas internas y la lucha de egos…se convierten en excusa para dividir y luego atomizar diferentes fuerzas del espectro de la izquierda en una caótica amalgama de nuevas siglas.
Históricamente es el mismo argumento con distintos actores. En España ya vimos como en las elecciones de Andalucía la fragmentación del espacio a la izquierda del PSOE hundió toda posibilidad de conformar gobierno, sumado a una alta abstención del 41% que seguramente hartos de tanto vodevil decidieron quedarse en casa o dedicarse a otros quehaceres.
Cuando la política, que se supone es la actividad que sirve para resolver los problemas de la ciudadanía, se convierte en el mismo problema deja entonces de ser política. Por tanto ahora la discordia en España entre Unidas Podemos – antes Unidos Podemos y pretéritamente Podemos a secas – con la nueva fuerza Sumar no deja de ser un deja vú.
Ciertamente Podemos que en 2014 suponía un soplo de aire fresco acompañando el movimiento de los indignados y su oportunidad al poner en jaque al status quo del tablero político y poderes fácticos. Sin embargo con el paso del tiempo las promesas de su ideario se vieron superadas por las aspiraciones de sus dirigentes seducidos por las prebendas de la casta que tanto criticaron. Los focos se convierten en cantos de sirena, las ganas de ser el muerto en el entierro y la novia en la boda…ni un ápice de autocrítica.
Los tiempos de la política marcan sentencia pero como siempre los políticos no saben cuándo su tiempo ha terminado. Ahora con la nueva fuerza Sumar parece que se abre un resquicio de esperanza para recuperar un espacio que había sido dañado.
Hay un propósito de enmienda para no repetir los mismos errores, ser menos agresivo y sectario, moderar las formas y demostrar un talante más amable y el respeto por las instituciones. Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social y líder de esta nueva fuerza, propone a simple vista una izquierda humanista que aterriza sobre los problemas que hay en la calle. Indistintamente de que se esté de acuerdo o no con todas sus propuestas es de agradecer su tono y talante en una mujer que despierta simpatías en un amplio abanico de gente. Se está rodeando también por expertos en sus materias, ajenos hasta ahora de la política pero con ganas de colaborar, de sumar.
Además, a efectos prácticos las políticas impulsadas por Díaz se han demostrado más viables y realistas, en muchos sentidos positivas para una mayoría. Ciertas medidas han sido alabadas a nivel internacional como cuando Deutsche Welle celebró la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), “más estabilidad en los contratos laborales” y la “formación profesional dual práctica”.
En tiempos difíciles España marca un nuevo récord con 20,6 millones de cotizantes en el mejor abril para el empleo de la historia, la Seguridad Social sumó 238.436 cotizantes medios, mientras que 73.890 parados salieron de las listas de desempleo.
Algunos olvidaron que las cosas de comer son la que más preocupan a los ciudadanos al margen de peroratas. Sin obviar que queden muchas cosas que hacer, Diaz no niega la mayor.
Hay muchos temas en el tintero que afectan al estado de bienestar como la brecha salarial de hombres y mujeres, la desigualdad de las pensiones que repercute negativamente a las mujeres, las estrecheces de una clase media asfixiada, o el maltrato recurrente al colectivo de los autónomos y habitualmente engañado por falsas promesas. Son por tanto lagunas que deberán abordarse si se quiere una movilización esperada de una ciudadanía por otro lado cansada.
Aviso a navegantes. Después de no alcanzar suficientes consensos y embarrarse en disputas en Chile la derecha gana con amplitud las elecciones y tiene en sus manos la nueva Constitución.
Igualmente hace poco más de un año en Portugal los partidos a la izquierda del Partido Socialista (PS) fueron barridos. El primer ministro, António Costa, ganó las elecciones legislativas por mayoría absoluta.
Si quieren salvar las fuerzas progresistas los implicados deberán demostrar su utilidad para resolver problemas y no crearlos, demostrar generosidad para dar paso a activos con mayor pujanza y capacidad de corregir errores pasados. De lo contrario su final ya lo conocen sin ninguna sorpresa.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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