martes, 30 mayo 2023

La cultura de la violencia merece un debate serio en los medios. JORGE DOBNER

Nuestra especie, el Homo Sapiens, surgió hace unos 200.000 años, tras un proceso evolutivo de millones de años. Después de tanto tiempo, historia y aprendizaje se supone que nos comportaríamos como ese ‘hombre pensante’, ‘hombre sabio’ llamado ser humano, y sin embargo con demasiada frecuencia damos rienda suelta a una parte primitiva descontrolada y nada reflexiva. Estamos fallando como humanidad.

La cultura de la violencia parece verse incrementada en estos tiempos: aumento de violaciones, violencia sexual entre los jóvenes, violencia callejera, bullying en las escuelas, tiroteos en EE.UU…este nivel de agresividad responde en muchos casos, no ya a una forma innata para asegurar la supervivencia y propia integridad física, sino a una conducta puramente sádica y viciada.

Precisamente la teoría de la cultura de la violencia aborda esa omnipresencia de patrones violentos específicos dentro de una dimensión social que se desarrollan a partir de una violencia estructural.

Si añadimos el hecho de que vivimos en una sociedad que tiende a valorar y exaltar la violencia, en la que muchos niños y jóvenes están demasiado expuestos a la violencia a través de la televisión, las nuevas plataformas streaming, las redes sociales y los videojuegos; condenamos a las nuevas generaciones a perpetuar estas conductas destructivas y no les permitimos una evolución más pacífica y juiciosa.

Cuando un niño se convierte en adulto, la mayoría ya habrán presenciado cientos o incluso miles de actos de violencia en los medios.

Es posible que la exposición temprana a la violencia de los medios insensibilice a los niños o la legitime como un medio para resolver problemas. Igualmente es posible que algunos niños imiten lo que ven en la televisión o se identifiquen con personajes que cometen o son víctimas de violencia.

Cuando desde los medios informamos sobre determinadas noticias “«Planeo morir hoy», dijo el tirador transexual que mató a seis personas en EE. UU”, “Una madre se tira desde un quinto piso en Avilés con su hija de siete años en brazos”, “La adolescente mexicana brutalmente golpeada en la cabeza muere días después de la pelea” – por citas solo algunas noticias recientes que se han publicado – se ahonda más en el sensacionalismo de la noticia que en las causas que han podido derivar en hechos tan trágicos. .

La cultura de la violencia merece un debate serio en los medios para detectar esos detonantes y ser conscientes de las herramientas que debemos aplicar para erradicar o al menos minimizar patrones violentos.

Es preocupante que esa cultura de la violencia se esté contagiando a esferas donde en teoría se transmite valores positivos como el deporte y que es referente entre los más jóvenes. Por desgracia hay jugadores de fútbol en activo con escándalos de violencia sexual a sus espaldas. Hay una actitud irresponsable en todo el entorno del deporte cuando la exigencia de respuesta no se focaliza en el perpetrador, sino en la víctima.

A menudo vemos cómo los mitos de la violación conducen a nociones mal interpretadas de culpa; es desgraciadamente común que la responsabilidad asociada con la violación recaiga sobre la víctima y no sobre el agresor.

Los medios en ningún caso podemos ser tibios en estas conductas que merecen una condena rotunda y sin ambages. Y más se debe trasladar esa presión a los clubes e instituciones deportivas para que aparten a determinados sujetos que han perpetrado tales actos por muy estrellas que sean.

El deporte se fundamenta en el juego limpio, la ética y los valores positivos; lo contrario deja de ser deporte y se convierte en otra cosa. Estos días hemos visto como un jugador de fútbol del Real Madrid esperaba tras un partido a otro jugador del Villareal y le propinaba sin previo aviso un puñetazo en la cara. El jugador del Real Madrid justificaba su agresión filtrando a su entorno un ajuste de cuentas por unas presuntas declaraciones no contrastadas del jugador del Villarreal.

Los hechos son denunciables desde los medios porque se alejan de toda razón deportiva y no es disculpable en ningún caso que aún medios se muestren tibios frente a las agresiones físicas.

Cuando desde los medios no se condenan rotundamente hechos punitivos se diluyen los límites entre lo correcto e incorrecto y se da rienda suelta a esos hooligans exaltados que más que disfrutar del deporte quiere convertirlo en el Far West, embarrarlo con odio y violencia.

Para erradicar la violencia se debe sancionar los actos violentos acorde a su importancia y debe haber también una parte educativa que haga pedagogía en la sociedad para respetar las normas cívicas y de convivencia.

JORGE DOBNER
Editor
En Positivo

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