martes, 05 diciembre 2023
soledad

Soluciones para la epidemia de la soledad

Los últimos estudios que se han publicado sobre bienestar social revelan que las personas en el mundo se sienten cada vez más solas. La realidad de cada país ya es más particular pero esta epidemia de la soledad se está expandiendo a todo el globo terráqueo.

Más recientemente un estudio de 40dB para la SER y El País para España muestran una sociedad profundamente preocupada por el avance de la soledad no deseada. Más de dos de cada diez declaran haberse sentido bastante, o muy solos en el último año.

A partir de la pandemia se exacerbó esa soledad entre muchos ciudadanos y la salud mental ha llegado a la cima de las preocupaciones con respecto a los impactos a largo plazo más allá de la pandemia.

Las consecuencias para la salud de la soledad son significativas tal y como evidencian cada vez más informes médicos. El aislamiento social puede aumentar gravemente el riesgo de muerte prematura de una persona.

Tal y como hemos visto durante el tiempo de pandemia la tecnología ha servido de aliada para aminorar esa sensación, especialmente en población más vulnerable como la gente mayor.

Gracias a las videoconferencias y reuniones telemáticas se ha podido mantener el contacto durante los confinamientos. También la creación de centros virtuales ha posibilitado la socialización online y la programación de clases; desde yoga, ejercicio, cuidado personal, historia etc. que ha ayudado a mantenerse en contacto con el mundo exterior.

En este sentido el aislamiento digital también puede conllevar graves riesgos para la salud. Más del 80 % de las muertes por COVID han ocurrido entre personas mayores de 65 años, y el 40 % de esos adultos probablemente no tenían acceso a recursos online como telemedicina y conexión social, según un informe publicado a principios de 2021 por Human Foundation y Older Adults Technology Services (OATS), una organización sin fines de lucro con sede en Nueva York.

“La tecnología a menudo puede ayudarnos a fomentar las relaciones y distraernos de los problemas cotidianos de la vida, pero otras veces, también puede hacernos sentir peor”, explica Yun-Hee Kim, editor de tecnología personal para The Washington Post. “El papel de la tecnología en la exacerbación de la soledad merece un escrutinio y soluciones innovadoras”.

Gracias al desarrollo tecnológico se están habilitando múltiples herramientas para reducir la sensación de soledad entre adultos. Entre las propuestas:

Experiencias virtuales: la compañía Rendever Inc. lleva la realidad virtual a los estadounidenses mayores en centros de vida asistida desde 2016. El personal prepara a los participantes con auriculares y guía la experiencia virtual. Una vez dentro, los usuarios pueden reunirse con los avatares de sus seres queridos en un hogar virtual.

Compañeros de IA: la compañía Intuition Robotics lanzó su robot compañero ElliQ para adultos mayores. A diferencia de un dispositivo Amazon Alexa, el pequeño robot de escritorio inicia conversaciones. Aprende sobre las personas con las que vive, por lo que puede hacer preguntas personalizadas y personalizar recomendaciones sobre nutrición, ejercicio, meditación y música.

Mascotas robots: la compañía Tombot Inc., una startup con sede en Santa Clarita, California, desarrolló un cachorro robótico de labrador retriever amarillo llamado Jennie. La compañía trabajó con Creature Shop de Jim Henson para que se viera y actuara como un verdadero perro faldero. No repite los mismos movimientos que los perros de juguete, y sus ojos de cachorro se realzan con el movimiento de las cejas. El cofundador Tom Stevens desarrolló el perro después de que su propia madre, a quien le diagnosticaron Alzheimer, ya no pudiera cuidar a su perro real.

Seres humanos y sociales

Sin embargo toda ayuda tecnológica no puede reemplazar lo que supone una interacción humana. Las personas por muy solitarias que sean necesitan en mayor o menor medida del calor humano, de las conversaciones no mecanizadas, de las risas espontáneas, del contacto de la piel…

El profesor de política pública en Harvard, Robert Putman, trazó el declive del “capital social”: las conexiones que las personas forman entre sí que las unen y les dan un sentido de identidad compartido.

Putnam argumentó de manera persuasiva que un mayor capital social daba a las personas un mayor sentido de responsabilidad entre sí y con sus comunidades. Desde la década de 1960, mostró, la disminución del capital social ha llevado a una mayor sensación de aislamiento y desconfianza.

Por eso es necesario, además de posibles ayudas tecnológicas, el reforzar los vínculos sociales para crear comunidades más fuertes e interconectadas. Las soluciones que se creen para paliar la epidemia de la soledad deben cumplir esa premisa.

Desde En Positivo publicamos la solución sueca llamada Sällbo que es un experimento radical de vida multigeneracional en la pequeña localidad portuaria de Helsingborg. Su nombre es un acrónimo de las palabras suecas para compañía ( sällskap ) y vida ( bo ), y resume perfectamente los objetivos del proyecto: combatir la soledad y promover la cohesión social brindando a los residentes incentivos y espacios para una interacción productiva.

Sällbo consta de 51 apartamentos repartidos en cuatro plantas de una residencia de ancianos reformada. Más de la mitad de los 72 residentes tienen más de 70 años; el resto tiene entre 18 y 25 años. Todos fueron seleccionados después de un extenso proceso de entrevistas para garantizar una mezcla de personalidades, orígenes, religiones y valores, y todos tenían que firmar un contrato en el que prometían pasar al menos dos horas a la semana socializando con sus vecinos.

Otra solución más popular y que sorprendentemente en muchas partes del mundo todavía no está muy arraigada es el ‘Cohousing’ o covivienda en español.

Se trata de una comunidad de covivienda que está gestionada por sus residentes propietarios o usuarios, según el modelo que ellos mismos deciden, lo que les permite definir el proyecto de acuerdo a sus necesidades específicas reales.

Son grupos de personas que anhelan mayor interacción con sus vecinos para una mayor socialización. Los espacios comunitarios varían pero usualmente incluyen una gran cocina y comedor donde los residentes toman turnos para cocinar para la comunidad.

Parte de la responsabilidad es de las instituciones gubernamentales que deben fomentar estos estilos habilitando espacios y barrios que se orienten a un estilo de vida más comunitario y solidario.

Redacción
En Positivo

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