El 20 de marzo, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas publicó su Informe anual World Happiness Report que comparte cuáles son los países con mayor índice de felicidad.
Finlandia permanece en la primera posición por sexto año consecutivo – en un informe que se publica desde hace una década – y ostenta una puntuación significativamente por delante de todos los demás países.
El país escandinavo obtuvo un puntaje excepcional en: esperanza de vida saludable, PBI per cápita, apoyo social, baja corrupción, generosidad en una comunidad donde la gente se cuida unos a otros y libertad para tomar decisiones clave en la vida.
Irónicamente da la percepción exterior que pudiera haber otros países más felices puesto que los fineses no son particularmente conocidos por su carácter alegre o sonreír innecesariamente.
Considerando que la definición de felicidad tiene muchas vertientes, más bien los fineses entienden la felicidad como una forma de contención.
Al respecto el diario New York Times ha querido conocer más acerca de las razones que hacen a este país escandinavo el más feliz. Para ello ha tratado con perfiles muy diversos de ciudadanos sobre lo que les hace felices: incluido un inmigrante de Zimbabue, un violinista de folk metal, un ex atleta olímpico o un productor de leche jubilado.
Los sujetos tenían entre 13 y 88 años de edad y representaban una variedad de géneros, orígenes étnicos y profesiones. Procedían de Kokkola y de la capital, Helsinki; Turku, una ciudad en la costa suroeste; y tres pueblos en el sur, este y oeste de Finlandia.
‘Felicidad’: a veces es una palabra ligera y se usa como si fuera solo una sonrisa en la cara”, dijo Teemu Kiiski, director ejecutivo de la tienda de diseño finlandés. “Pero creo que esta felicidad nórdica es algo más fundamental”.
La alta calidad de vida en Finlandia está profundamente arraigada en el sistema de bienestar de la nación, dijo Kiiski, de 47 años, que vive en Turku. “Hace que las personas se sientan seguras y protegidas para no quedar fuera de la sociedad”.
La financiación pública para la educación y las artes, incluidas las subvenciones para artistas individuales, brinda a personas como su esposa, Hertta Kiiski, de 49 años, artista de medios mixtos, la libertad de perseguir sus pasiones creativas.
“Somos muy privilegiados y conocemos nuestro privilegio”, dijo Clara Paasimaki, de 19 años, una de las alumnas de Hansen en Kokkola, “así que también tenemos miedo de decir que estamos descontentos con cualquier cosa, porque sabemos que lo tenemos mucho mejor. que otras personas”, especialmente en países no nórdicos.
El estilo de vida finlandés se resume en “sisu”, un rasgo que se dice que forma parte del carácter nacional. La palabra se traduce aproximadamente como “determinación sombría frente a las dificultades”, como los largos inviernos del país: incluso en la adversidad, se espera que un finlandés persevere, sin quejarse.
“Antes, cuando no era tan fácil sobrevivir el invierno, la gente tenía que luchar, y luego se ha transmitido de generación en generación”, dijo el compañero de clase de Paasimaki, Matias From, de 18 años. “Nuestros padres eran así. Nuestros abuelos eran así. Duro y sin preocuparse por todo. Simplemente viviendo la vida”.
Se podría decir que el secreto finés se resume en saber cuándo tienen suficiente, ser agradecidos con lo que ya poseen, no quejarse en exceso y actuar cuando hay dificultades para salir del bache.
Redacción
En Positivo
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