Escasez de cuidadores, hospitales en crisis, médicos sobrepasados de trabajo…en Reino Unido, Francia, España, Italia y hasta China, los sistemas sanitarios están saturados.
La pandemia ha sido un enorme desafío mundial que ha obligado a la movilización de todos los recursos posibles para enfrentarnos a una situación sorpresiva en el siglo XXI.
Ciertamente hemos tenido la suerte de que en este contexto histórico y gracias a los múltiples avances sanitarios y tecnológicos hemos podido enfrentar mucho mejor la situación que en cualquier otro momento. Pero tampoco deja de evidenciar que ha habido una falta de previsión y carencias en un sistema sanitario que aún creíamos más fuerte, infranqueable.
¿Cómo estar mucho más preparados si una situación de tal envergadura se vuelve a producir? ¿Cómo no cometer los mismos errores? ¿Cómo reforzar los recursos humanos y materiales en un sistema sanitario necesariamente adaptado a una población envejecida?
En la medida que la pandemia se ha ido diluyendo se han olvidado todas las necesidades detectadas en el sistema. La sociedad quiere olvidar esta pesadilla pero eso no deja de tapar la realidad.
Si las personas se han olvidado de que hay que tomar una mayor conciencia acerca de los cambios en la salud (por la pandemia, por la esperanza de vida, por las nuevas patologías) también parecen relegar en la lista de prioridades los cargos públicos que deberían reconsiderar la sanidad como prioridad.
En un reciente reportaje de Courrier Internacional hablan con razón de la sanidad como una urgencia mundial. Los cuidadores a menudo están desesperados y los sistemas de salud se encuentran en estado crítico. Con fondos insuficientes, de tamaño insuficiente, ya no logran atender a más y más pacientes.
En Francia, el tema está más de actualidad que nunca. Atascado en su reforma de pensiones, el gobierno tampoco ha convencido a los médicos generales. Las negociaciones iniciadas hace varios meses sobre precios y condiciones laborales han fracasado. Y, poco a poco, Francia se está convirtiendo en un desierto médico.
En España las movilizaciones y huelgas de trabajadores por la sanidad pública han vuelto a primer plano. Médicos de Primaria y Hospitalaria se unen para reclamar la “dignificación” de la profesión y la asistencia dice La Vanguardia.
Frente a la Real Casa de Correos en Madrid, los huelguistas han puesto en valor la unión de los profesionales de Atención Primaria, urgencias extrahospitalarias y Atención Hospitalaria.
También Reino Unido vivió hace pocas semanas su huelga sanitaria más grande bajo el reclamo de salarios dignos. Decenas de miles de enfermeras y personal de ambulancias ejecutaron un paro conjunto por la disputa salarial que mantienen hace semanas frente al crecimiento de la inflación, erigiendo la protesta más grande en los 75 años de historia del Servicio Nacional de Salud (NHS).
En este bache, sólo Noruega, donde cada ciudadano tiene su médico de cabecera, es una excepción, analiza el diario Dagens Nyheter. En Alemania, donde muchos establecimientos andan escasos de dinero, “es de esperar una crisis hospitalaria”, explica la revista económica WirtschaftsWoche. En Italia, a veces hay que esperar un año para una resonancia magnética, dice indignado L’Espresso.
En los países ricos, los sistemas están bajo presión porque la demanda de atención está “explotando” y la oferta no se mantiene, argumenta The Economist. ¿Entonces lo que hay que hacer? Para el semanario británico es necesario llevar a cabo “reformas que ya eran deseables, como la racionalización de trámites o la introducción de una mayor competencia”.
Sorprendentemente en las columnas del semanario chino Caixin : “La epidemia ha sido un shock a corto plazo, pero el envejecimiento de la población china es una variable lenta que debería empujarnos a intensificar la reforma” , explica la revista económica, que pide acabar con los trámites burocráticos del sistema sanitario pero también con los conflictos de intereses.
En Italia, ante la escasez de personal, Calabria decidió convocar a 500 practicantes cubanos: luego de los cursos de lengua y cultura, el primer contingente debía comenzar a trabajar a fines de enero . “Médicos de urgencias, cirujanos, cardiólogos, hematólogos, radiólogos, ginecólogos y pediatras. La mitad de ellos ya han trabajado en el exterior: en África, América, el mundo árabe, a veces también en Europa”, detalla La Repubblica, que se reunió con el jefe de la delegación cubana. “Estamos capacitados para poder adaptarnos fácilmente. En Cuba eso es parte del bagaje de todo buen médico”, quiere tranquilizar.
Ante estas evidencias la inmigración de personal es una opción más pero igualmente necesario es alentar una vocación y para hacerlo se necesita reconocer laboralmente las profesionales relacionadas con la salud.
Hay que volver a posicionar el tema de la salud en la agenda social y en las prioridades de los gobiernos y de los presupuestos. Todo pasa por una redistribución más adecuada, es decir dotar de más inversión, a algo tan esencial como la salud, y que es mucho más importante que otras partidas.
Redacción
En Positivo
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