domingo, 26 marzo 2023
corrupcion

La pandemia de la corrupción. JORGE DOBNER

Cuando el historiador y escritor británico Edward Gibbon escribió su famosa “Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano” retrató a la perfección cómo las semillas podridas de la corrupción sembraron la decadencia y autodestrucción de una civilización próspera y aparentemente irreductible, pero torres más altas cayeron.

Esa corrupción no era solo un asunto de lejana antigüedad, ni lo es ahora, pues siempre plantea el mayor peligro cuando no encuentra oposición y se normaliza al punto de no diferenciar la corrupción de una práctica interiorizada del gobierno o cualquier institución.

Según la etimología la palabra corrupción viene del latín corruptio (acción y efecto de destruir o alterar globalmente por putrefacción, también acción de dañar, sobornar o pervertir a alguien). En la medida en que la corrupción puede habitar en el ser humano también puede propagarse en su entorno, de lo particular a lo universal.

 La pandemia de la corrupción es una enfermedad infecciosa y silenciosa que permite su propagación en la medida que hay la sola connivencia entre corruptos y corruptores. Si se permite aunque sea por una sola vez que la corrupción entre y manche el cuerpo, lo viciará y finalmente lo arruinará.

La corrupción se arrastra sigilosamente, acecha en rincones oscuros y prospera en tratos secretos y favores tácitos al margen de la legalidad.

Para desgracia de la ciudadanía no hay día en que no salgan en medios nuevos escándalos que son protagonizados tanto por reyes como plebeyos. Lo peor se vuelven tan recurrentes que la honradez ya parece algo exótico.

Esta semana conocíamos el ‘Caso Negreira’ en la que el F.C Barcelona está siendo investigado por un presunto delito de corrupción entre particulares, una empresa del exárbitro y ex número dos del Comité Técnico de Árbitros José María Enríquez Negreira, que presuntamente amañaba tratos de favor arbitrales. Esa empresa recibió más de 7 millones de euros del FC Barcelona.

La corrupción es tan perversa que está pudriendo algo tan noble como el deporte y que tantos valores transmite entre los más jóvenes. Se habla que este caso seguramente no afecte únicamente al Barça y otros grandes clubes hayan seguido esas prácticas. A esto se suma la opacidad con la que operan los petrodólares árabes para hacer y deshacer a su antojo en el futbol.

Para desgracia estas prácticas corruptas están muy asentadas en la política de determinados países. El concepto de corrupción en el pensamiento político de Maquiavelo muestra cómo se presenta de muy diversas formas, pero siempre como un obstáculo para la virtud.

Más recientemente conocíamos el escándalo europeo del ‘Qatargate’, también el terrible terremoto en Turquía destapa la corrupción inmobiliaria en Turquía, durante la pandemia se denunció el sobrecoste de adjudicaciones de material sanitario, las cuentas suizas de Juan Carlos I … si hubiera que hacer un histórico de todos los casos de corrupción sería difícil acabar porque esta pandemia corrupta afecta a todos los estamentos (actividades políticas, económicas, catástrofes naturales y sanitarias, guerra…).

Entre el asco y la indignación se encuentra cualquier ciudadano que cumple puntualmente con sus obligaciones y teme que se le sancione por algún fallo administrativo. Nunca puede ser vista con benevolencia una corrupción perpetrada por gente privilegiada o representantes públicos que lo tienen todo, que cuentan con numerosos asesores legales, y a pesar de todo se manchan las manos con sus actos indignos – por maldad que no desconocimiento -.

Por eso el tratamiento de la corrupción debe ser integral, atacándolo desde la raíz, desde los protocolos de prevención eficientes hasta las acciones punitivas en caso de producirse a casos de corruptos y también de los corruptores.

Pocos, pero hay algunos países que se toman en serio la tolerancia cero habilitando todos los mecanismos posibles. Es el caso de Dinamarca que este año se posiciona primero en la lucha contra la corrupción de acuerdo al índice de Percepción de la Corrupción (IPC). Los daneses lideran los estándares más estrictos de  integridad  para los funcionarios públicos y los sistemas judiciales independientes.

Cabe recordar hace unos años como también la enorme presión en Islandia y la justicia propinó un castigo ejemplarizante a banqueros islandeses, que fueron condenados a un centenar de años de cárcel por su responsabilidad en la crisis.

Estas buenas prácticas deben seguir la estela y llegar a todos los países del mundo. Los ciudadanos deben seguir presionando para que la corrupción tenga el merecido castigo, y la prensa debe seguir denunciando para ningún caso caiga en el olvido.

No podemos mirar con indiferencia algo que nos afecta tan gravemente.

JORGE DOBNER
Editor
En Positivo

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