El ser humano es un ser social por su sensibilidad a los cambios del entorno y las personas que le rodean. El filósofo clásico Aristóteles ya subrayaba la importancia del papel social del ser humano, que le impulsa a formar grupos, familias, comunidad y estado en última instancia como ente de mayor magnitud.
No hay duda que el carácter socializador depende en buena medida de la personalidad del individuo, pero cualquier persona en mayor o menor grado mantiene relaciones sociales con sus semejantes para conectarse con la humanidad y su civilización.
Este ser socializador puede ser por una necesidad de supervivencia, de comunicarnos, pero también como cualidad para mejorar nuestra calidad de vida y sentirnos más felices.
El hallazgo más relevante que hemos aprendido a lo largo de 85 años de estudio – desde que investigadores de Harvard se embarcaron en un estudio de décadas para responder a los factores de la felicidad – es que las relaciones positivas son tan poderosas que nos mantienen más felices, más saludables y longevos.
Los investigadores recopilaron registros de salud de 724 participantes de todo el mundo y les hicieron preguntas detalladas sobre sus vidas en intervalos de dos años.
La clave principal como fuente de salud es tener una vida social activa según explican Robert Waldinger, profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard, director del Estudio de Desarrollo de Adultos de Harvard y director de Terapia Psicodinámica en el Hospital General de Massachusetts, y Marc Shulz, director asociado del Estudio de Desarrollo de Adultos de Harvard y terapeuta en ejercicio con formación posdoctoral en salud y psicología clínica en la Facultad de Medicina de Harvard.
Según desarrolla Waldinger “A medida que las personas envejecían, tendían a concentrarse más en lo que era importante para ellos y no se preocupaban por las cosas pequeñas al grado que lo hacían cuando eran más jóvenes”. Otra investigación apoya esta mentalidad y ha encontrado que los adultos mayores son mejores para dejar atrás los fracasos del pasado “Tienden a darse cuenta de lo corta que es la vida y es más probable que presten más atención a lo que los hace felices ahora”.
Tal y como exponen desde Infobae en un completo artículo, que se hace eco de la investigación de Harvard, los resultados evidencian que hay una fuerte asociación entre la felicidad y las relaciones cercanas como cónyuges, familiares, amigos y círculos sociales.
“La conexión personal crea estimulación mental y emocional, que son estimulantes automáticos del estado de ánimo, mientras que el aislamiento es un destructor del estado de ánimo”, analiza Waldinger. Esta también es una oportunidad para concentrarse en las relaciones positivas y dejar de lado a las personas tóxicas en su vida, o al menos minimizar sus interacciones.
Las relaciones sociales repercuten en lo emocional y por tanto nos afectan físicamente. Así es como cuando tenemos una buena conversación con alguien con quien compartimos mucha afinidad nos sentimos más reconfortados, mientras que si discutimos con alguien que queremos nos alteramos e incluso puede afectar a la falta de sueño.
Redacción
En Positivo
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