domingo, 26 marzo 2023

Apostar por la economía circular. JORGE DOBNER

En el mundo se da la paradoja de que contamos con recursos como nunca antes hubo en la historia, y sin embargo hay regiones donde su población malvive en la escasez. Cuando se habla de los derechos humanos de las personas a llevar una vida digna se refiere a algo tan básico como tener alimentos para comer, ropa para vestirse, un techo donde refugiarse, y servicios como agua, aseos y educación. Son suficientes los recursos elementales sin ningún tipo de ostentación para tener una calidad de vida aceptable.

Si tenemos recursos suficientes para que todos los habitantes del planeta lleven al menos una vida digna es más indignante que por un reparto desproporcionalmente injusto haya quien despilfarre mientras otros se mueren en la miseria.

Según un reciente informe de Oxfam Intermón, ‘La ley del más rico’, que se publicó coincidiendo con el Foro Económico Mundial en Davos, durante la última década, el 1% más rico ha acumulado alrededor del 50% de la nueva riqueza.

Son esas super élites que están agrandando la brecha entre ricos y pobres. Por primera vez en 25 años la riqueza y la pobreza extremas en el mundo se han incrementado simultáneamente.

Pese a que hoy en día las cadenas de producción alimentaria elaboran suficiente comida para nutrir a todos los habitantes del planeta, el hambre continúa en algunas partes del mundo.  Se tira un total de 931 millones de toneladas de comida o el 17% de los alimentos que se produjeron según la FAO (Food and Agriculture Organization).

Igualmente 39.000 toneladas de ropa son desechadas cada año en todo el mundo cuando todavía podría ser utilizada por gente que lo necesita.

Es cierto que por suerte existe un cambio de conciencia y se están reduciendo progresivamente estas preocupantes cifras de desperdicio de alimentos y ropa.

Pero es más por una cuestión de cambio de conciencia entre la población, el surgimiento de asociaciones, iniciativas y emprendimiento social que promueven el reciclaje y la segunda vida de recursos que por el desarrollo de políticas activas y una reglamentación internacional que solucione radicalmente estos problemas.

Hasta no hace mucho los organismos internacionales y gobiernos estatales no se estaban tomando en serio esta problemática y es ahora cuando se dan algunos pasos.

Contra el desperdicio de comida recientemente España da un paso al frente y se convierte en el tercer país de la Unión Europea (UE) en legislar en ese sentido, tras Francia e Italia. Pero no deja de extrañar que no sean más los países adheridos a esta medida.

La ley obliga a todos los actores de la cadena alimentaria a contar con un plan de prevención del desperdicio de alimentos. No contar con dicho plan es sancionado con multas de entre 2.000 y 60.000 euros. Y hasta 500.000 euros para los reincidentes.

En relación a la ropa resulta del todo bochornoso que las tiendas tengan que rajar y romper el excedente de ropa en buen estado porque no está permitida su donación. Esa ropa directamente va a la basura cuando podría ser perfectamente usada por colectivos vulnerables.

Millones de tiendas de ropa en todo el mundo destruyen ropa en buen estado porque no les está permitido donarla. Al igual que se están dando pasos para evitar el desperdicio de comida los responsables políticos deberían legislar para que no se diera una situación tan flagrante en la industria textil.

Hasta ahora el reciclaje de ropa se reduce a la labor que desempeñan asociaciones e iniciativas de emprendimiento social que sí se están preocupando por asegurar una segunda vida a las prendas de ropa. Sin embargo no se puede delegar en estos y en la población toda la responsabilidad.

Los responsables gubernamentales tienen la oportunidad de potenciar la economía circular.

Este cambio de modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales forma parte sin duda de la solución para que nadie se quede sin recursos y al mismo tiempo contribuye a la reducción de la contaminación en el planeta.

Apostar por la economía circular, es un win-win en todos los sentidos.

JORGE DOBNER
Editor
En Positivo

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