Vencer al odio
El odio es contagioso. Muy contagioso. Convierte a cualquiera en una persona irracional, imprevisible, vengativa y capaz de actuar desde la violencia física o verbal. El odio necesita destrucción del adversario reducido a enemigo. Es una emoción que no se serena nunca. “El odio es una tendencia a aprovechar todas las ocasiones para perjudicar a los demás”, decía Plutarco.
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La audiencia global, el esquematismo de muchas de nuestras conversaciones, el uso reiterado de prejuicios e ideas preconcebidas, el carácter viral que caracteriza internet, una cierta pasividad individual ante la violencia retórica de algunos fanatismos online, la fuerza y la organización de numerosas redes extremistas… todo ello es un excelente caldo de cultivo para el virus del odio social, cultural o político.
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Necesitamos un combate intenso y determinado para vencer esta lacra. Una acción coordinada que nos permita enfrentarnos a este deterioro colectivo.
En lo personal, vacunarnos cultural y emocionalmente –incluso espiritualmente– contra el odio en cualquiera de sus manifestaciones iniciales. En lo político, una corresponsabilidad compartida entre los actores políticos sobre las consecuencias de la degradación verbal, la acusación ad hominem y el desprecio al adversario.
Y, en lo comunitario, no dejar pasar una. Los pequeños odios diarios son los que alimentan la insaciable sed de venganza.
ANTONI GUTIIÉRREZ-RUBÍ
Asesor de comunicación y consultor político.
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