Marlene Engelhorn, es una joven austriaca de 29 años, heredera y descendiente de Friedrich Engelhorn fundador de la hoy multinacional química BASF, ha tomado la decisión de renunciar al 90 % de una herencia millonaria de más de 4.000 millones de euros. Otra joven, la estadounidense Morgan Curtis, ha optado por renunciar al 100 % de su herencia y al 50 % de sus ingresos “redistribuyéndolos” entre movimientos sociales. También Sam Bankman-Fried, con solo 30 años, es uno de los empresarios más reconocidos de Estados Unidos al ser el director general de FXT Tranding Limited y quiere regalar el 99 por ciento de su fortuna.
Hay una oleada de jóvenes ricos cuyos nombres están apareciendo a cuentagotas en los medios por su libre decisión de donar una parte o la totalidad de su herencia.
Lo que en un principio pudiera pensarse insólito es cada vez más recurrente. Se está gestando una revolución millennial de jóvenes ricos y rebeldes con causa social que están dispuestos a ofrendar sus fortunas para luchar por una mejor redistribución de la riqueza.
Según la consultora Accenture los Baby Boomers pasarán a sus hijos herencias estimadas en $ 30 billones en los próximos 30 a 40 años. Sin embargo los propósitos de estas nuevas generaciones parecen distar de sus predecesores tan marcados en su época por el sueño americano y las ansias de acumulación.
En un mundo donde la riqueza llama a acaparar más riqueza, esta gran transferencia generacional de dinero puede perpetuar la desigualdad.
Por eso, aunque nadie les pide que lo hagan, cada vez más jóvenes y ricos herederos quieren romper las cadenas de esta creciente brecha entre ricos y pobres.
Según el Informe sobre la Desigualdad en el Mundo 2022 elaborado por el World Inequality Lab desde la década de los ochenta – a partir de los programas de desregulación y liberalización – se ha duplicado la brecha entre los ingresos del trabajo y el capital que percibe el 50% más pobre de la población y el 10% más rico. La crisis del Covid no ha hecho más que agrandar esas diferencias y hoy el 10% con mayor patrimonio concentra ya el 76% de la riqueza mundial.
Existe un cambio de conciencia por parte de estos jóvenes millonarios que está motivada por una emergencia social sobre los problemas de su generación, y que en algunos casos se une a un sentimiento de vergüenza sobre los negocios de sus ascendientes – especialmente en los casos de vinculación con el colonialismo y explotación de recursos .
Cuando buena parte de las élites y dirigentes no actúan de acuerdo a lo que predican, estos jóvenes sí que están dando una lección al mundo de coherencia de sus principios con los hechos.
Organizaciones como Resource Generation que se fundó en 1990 como una comunidad de jóvenes de 18 a 35 años más ricos de Estados Unidos que están “comprometidos con la distribución equitativa de la riqueza, la tierra y el poder”. El año pasado su membresía aumentó en un 65 y ahora tiene sucursales en países como Reino Unido, Alemania y Canadá.
En su planteamiento no sólo cuestionan la relación del individuo con el dinero sino también marca un posicionamiento político al denunciar prácticas cómo el fraude filantrópico. Desmienten la idea de que los ricos saben mejor como resolver los problemas sociales cuando son precisamente esas élites las que causan muchos de los males. Esto se ve perfectamente en determinadas multinacionales que causan daños ambientales y se escudan en acciones filantrópicas para lavar su imagen.
Si bien no ocurre en todos los casos, sí en otros muchos la filantropía no es una donación altruista cuando las multinacionales se aprovechan de las lagunas legales para evadir impuestos.
Precisamente esta revolución de jóvenes ricos cuestiona el status quo de lo que hasta hace poco era aceptado. Con su denuncia están cambiando los patrones de comportamiento de las personas ricas.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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