Fake news teorías de conspiración, medias verdades, mentiras…todos los días nos enfrentamos en redes a una espiral de contenido, de ruido informativo, en el que es difícil discernir la verdad de la mentira.
Esta es la premisa del nuevo y oportuno libro ya en español “Bullshit: contra la charlatanería” por el biólogo Carl Bergstrom y su colega de la Universidad de Washington, Jevin West, con el objetivo de fomentar el pensamiento crítico de la audiencia.
Basándose en una profunda experiencia en estadística y biología computacional, Bergstrom y West desentrañan abundantemente ejemplos de sesgo de selección y visualización confusa de datos, distinguen entre correlación y causalidad y examinan la susceptibilidad de la ciencia a los bulos modernos.
Siempre hemos necesitado a personas que destapen las mentiras cuando sea necesario, ya sea dentro de un círculo de amigos, una comunidad académica o entre la ciudadanía. Ahora que esas mentiras han evolucionado, necesitamos volver a aprender el arte del escepticismo.
En 2018, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts publicaron un estudio en Science que mostraba que las noticias falsas se difunden “más lejos, más rápido, más profundo y más ampliamente que la verdad”. La razón es que a la gente le gusta la novedad, y es probable que las historias falsas sean más novedosas, sugirieron los autores. De ser cierto, esto podría permitir que las noticias falsas se identifiquen automáticamente, simplemente por la forma en que se propagan.
Bergstrom está convencido de que este fracaso catastrófico se puede atribuir a las redes sociales y su poder para difundir información falsa. “Charlatanerías” es el término general que utiliza para las falsedades que se propagan en línea, tanto la información errónea, que se difunden sin darse cuenta, como la desinformación, diseñada para difundir falsedades deliberadamente. Especialmente, los charlatanes que se encargan de difundir estos bulos.
Un problema clave es que la forma en que la información se difunde en las redes sociales está determinada por los algoritmos patentados de las plataformas, que los científicos no han podido estudiar.
Las empresas de redes sociales tienen pocos incentivos para cambiar sus prácticas porque ganan dinero vendiendo anuncios. “Las estructuras de red a través de las cuales compartimos información han cambiado radicalmente en los últimos 20 años, y han cambiado sin ningún tipo de administración”, dice Bergstrom.
“Han cambiado básicamente solo para ayudar a algunas nuevas empresas tecnológicas a vender anuncios”.
CARL BERGSTROM
Es biólogo teórico y evolutivo y profesor de la Universidad de Washington en Seattle, Washington. Bergstrom es un crítico de la investigación científica engañosa o de baja calidad.
Redacción
En Positivo
Leer más: