¿En qué medida el turbulento siglo XX europeo estuvo determinado por las acciones de los líderes políticos? ¿Fueron ellos los que configuraron el siglo o fueron hijos de su tiempo?
El siglo XX fue testigo del ascenso de gobernantes que dominaron una gran variedad de instrumentos de control, persuasión y muerte.
En el contexto de profundos cambios sociales y despiadadas guerras, estos dirigentes de algún modo obtuvieron la capacidad de hacer lo que desearan sin importar las consecuencias para los demás. ¿Qué tenían estos líderes y la época en la que vivían que les permitía un poder tan ilimitado? ¿Y qué hizo que esa época llegara a su fin?
De manera convincente y lúcida, el historiador británico Ian Kershaw nos propone una serie de ensayos interpretativos sobre la manera en que algunas personalidades políticamente insólitas obtuvieron y ejercieron el poder, desde los que operaron a gran escala como Lenin, Stalin, Hitler o Mussolini, hasta los que tuvieron un impacto más nacional como Tito y Franco, pasando por otros nombres fundamentales del siglo XX como Churchill, de Gaulle, Adenauer, Gorbachov, Thatcher y Kohl.
En su libro “Personalidad y poder” retrata de forma lúcida a una docena de demócratas y dictadores que dieron forma dieron forma al siglo XX de Europa.
Su punto de partida es el dicho de Karl Marx de 1852: “Los hombres hacen su propia historia, pero no como les plazca, en las condiciones que ellos mismos eligen, sino bajo las condiciones directamente encontradas, dadas y heredadas”. Kershaw pregunta hasta qué punto el poder del líder está determinado por la personalidad y cuánto por las circunstancias.
Kershaw también se inspira en la teoría del liderazgo “carismático” de Max Weber: el carisma del líder es creado por su seguimiento de creyentes, cuyos ideales están invertidos en el “elegido”, o fabricados para él por su movimiento o el estado a través de una personalidad de culto.
Kershaw fue un pionero de este enfoque. Uno de sus mejores primeros trabajos, El mito de Hitler (1987), mostró cómo el poder de Hitler descansaba en su imagen propagandística y su percepción pública.
Según su opinión el ascenso al poder de liderazgos destructivos no es siempre una responsabilidad social “hay que ser cauto en ese aspecto, porque se podría aplicar a toda la población. Evidentemente todo líder de la era moderna necesita una base social sobre la que apoyarse, pero hay que ser cautelosos porque puede sugerir, de otra forma, que todo el país es culpable de esa situación”
“Por supuesto, grandes segmentos de la población apoyaban a estos líderes antes incluso de llegar al poder, pero no todos. Sin ir más lejos, en España el ascenso de Franco no estuvo precisamente respaldado por toda la población. Hay una Guerra Civil en medio.
Lo que es evidente es que siempre hay sectores proclives al ascenso de estos dictadores y que luego acaban manipulados por la propaganda. Después, su potencial para ejercer esa manipulación se multiplica, se vuelve enorme para los dictadores” argumenta en una reciente entrevista para El Confidencial
Ahora estamos viviendo una gran convulsión geopolítica. Las esperanzas acariciadas de que el final de la guerra fría vería la marcha sin esfuerzo de la democracia occidental chocar con el surgimiento de una generación de autócratas y populistas. Vladimir Putin y Xi Jinping han estado haciendo el clima político. Junto a ellos, los populistas del molde de Donald Trump, Recep Tayyip Erdoğan y Narendra Modi han estado desafiando a la democracia liberal desde dentro.
“Puede pasar ahora, líderes que se encuentren en una situación de cambio o crisis que les otorgue lugar en la historia —y este sería el caso de Zelenski—. Es lo que le ocurrió también a Margaret Thatcher, que en principio no parecía que fuera a transformar o cambiar nada cuando fue nombrada primera ministra, pero que se adaptó a una serie de crisis —la Guerra de la Malvinas, la crisis de los sindicatos del carbón— y al final dejó una huella notable.
Hay dos dirigentes que han marcado la política europea en los últimos años: Angela Merkel, de una forma más silenciosa comparada con el resto de dirigentes de este libro, cuyo verdadero legado se está empezando a percibir ahora ya que incluye las relaciones con Rusia y su nefasto resultado para Alemania y para toda Europa y Vladimir Putin. Sin duda es el líder que está marcando una época y que cambiará la historia, aunque sea una vez más de forma negativa.
Esto engancha con el aspecto de si la Guerra de Ucrania podría haber sucedido sin él, a diferencia de la IIGM y Hitler, y la respuesta es que seguramente no. Es verdad que no es solo Putin esz el responsable, pero incuestionablemente es el que ha tomado las grandes decisiones” desgrana el historiador.
IAN KERSHAW
Es catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Sheffield. Es autor de Hitler. La biografía definitiva (Península, 2010), la monumental biografía best seller del dictador, originalmente publicada en dos tomos (años 2000 y 2005), que fue seleccionada para el Premio de Biografía Whitbread de 1998, recibió el primer Premio Samuel Johnson de Ensayo, el Premio Literario Wolfson de Historia, el Premio Bruno Kreisky de Austria…
Redacción
En Positivo
Leer más:
Líderes paranoicos y la “iluminación interpretativa”. HÉCTOR M. GUYOT
La crisis puede desenmascarar a los líderes populistas. Yascha Mounk
Más líderes inteligentes, menos líderes inútiles. Jorge Dobner