¿Cuánto dinero mueve el negocio de la guerra? hasta el año fiscal 2022, el gobierno federal de los Estados Unidos ha gastado y comprometido 8 mil millones de dólares en las guerras posteriores al 11 de septiembre en Afganistán, Pakistán, Irak y otros lugares. Esta cifra incluye: asignaciones de guerra directas del Congreso; aumentos relacionados con la guerra al presupuesto base del Pentágono; cuidado y discapacidad de veteranos; aumentos en el presupuesto de seguridad nacional; pagos de intereses sobre préstamos de guerra directos; gastos de asistencia exterior; y obligaciones futuras estimadas para el cuidado de los veteranos.
Este total omite muchos otros gastos, como los costos macroeconómicos para la economía estadounidense; los costos de oportunidad de no invertir dólares de guerra en sectores alternativos; interés futuro sobre préstamos de guerra; y costos de guerra privados y del gobierno local.
En el año 2020 el comercio de armas creció a medida que las ganancias alcanzaron un récord de 531 mil millones. Además se estima que 100 empresas de armas más grandes del mundo estaban en gran medida protegidas del efecto de la pandemia.
Con la reciente guerra de Ucrania se ha reactivado el comercio bélico y puede que al final del ejercicio de este año se vuelvan a ver cifras escandalosas.
Son demasiados los lobbies interesados en seguir registrando pese a las catástrofes en vidas humanas y pérdidas que se suceden en cada guerra. Toda vez que agotar las vías diplomáticas serían más adecuadas cuando hay esperanzas de paz.
En cada una de estas guerras —Afganistán, Irak, Libia—, la posibilidad de alcanzar una solución negociada se mantuvo al margen del conflicto. En Afganistán, los talibanes eran conscientes de la gravedad que entrañaba un ataque estadounidense tras el 11-S y dejaron claro que estarían dispuestos a entregar a Osama Bin Laden y la red de Al Qaeda a un tercer país; dado que en 1998 ya habían sufrido un limitado ataque de EE UU contra diversos objetivos (…), estaban familiarizados con la potencia del ejército estadounidense. Pero su petición de acuerdo fue rechazada.
En 1990, el Gobierno de Sadam Husein comprendió que había cometido un error al invadir Kuwait. Quiso llegar a un acuerdo para abandonar el país sin que ello entrañara una humillación total. Las tentativas de negociar una retirada fueron acogidas con desdén por EE UU, que en 1991 sometió a Irak a una intensa campaña de bombardeos. De ahí que Sadam Husein se mostrara más que dispuesto a hacer concesiones a EE UU tras el 11-S, permitiendo un creciente número de inspecciones de la ONU —cuyos inspectores no encontraron armas de destrucción masiva— y ofreciendo todo tipo de medios para que los estadounidenses comprobaran que Irak no tenía malas intenciones hacia ellos. Una vez más, Washington ignoró las súplicas de Bagdad y siguió adelante con su campaña militar, bautizada como Shock y Pavor.
En Libia, el Gobierno estaba ansioso por aceptar el plan de paz diseñado por la Unión Africana, cuya misión se vio inicialmente imposibilitada de viajar a Trípoli por los bombardeos de la OTAN; más tarde, cuando (…) Gadafi aceptó sus condiciones, los rebeldes, con la ventaja que les proporcionaba su condición de aliados de la OTAN, se negaron a firmar el acuerdo.
A los estadounidenses, sencillamente, no les interesaba un acuerdo de paz o siquiera una rendición preventiva. Cuando EE UU quiere guerra, la consigue.
Noam Chomsky y Vijay Prashad, dos de los intelectuales públicos más célebres, analizan en su último libro ‘The Withdrawal’ las guerras estadounidenses en Irak, Libia y Afganistán. Desde que las últimas tropas estadounidenses abandonaron Vietnam no habíamos enfrentado un vacío tan repentino en la política exterior.
Chomsky y Prashad interrogan puntos de inflexión clave para evaluar lo que sucedió y argumentan que no debemos apartar la vista de los escombros y que necesitamos, sobre todo, una visión no sentimental del nuevo mundo que debemos construir juntos.
De acuerdo con Chomsky, “la doctrina de EE.UU. en los asuntos internacionales es la de la mafia. El padrino no tolera la desobediencia”, y eso es la principal raíz de la conducta hostil de Washington hacia Irán.
“Es demasiado peligroso. Así que, si algún pequeño tendero en algún lugar, por ejemplo, no paga dinero por protección, el don no lo acepta. Usted envía sus matones a pegarle hasta hacerlo pasta, incluso si usted no necesita el dinero, porque otros podrían tener la idea, entonces las cosas podrían empezar a erosionarse. Ese es un principio dominante de los asuntos internacionales”, explicó Chomsky.
En reiteradas ocasiones el filósofo estadounidense ha denunciado el régimen de sanciones unilaterales impuestas por EE.UU. y sus aliados.
Los autores critican que se siga arrastrando el imperialismo, basado en una falsa idea de superioridad y aplicando prácticas de dominación. En su lugar promulgan una política “nueva” centrada en la cooperación y el fortalecimiento de las naciones, con sistemas democráticos en lugar de cambiar los regímenes políticos.
NOAM CHOMSKY
Es un lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense de origen judío. Es profesor emérito de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts
VIJAY PRASHAD
Es un historiador y comentarista marxista indio
Redacción
En Positivo
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