Desde hace unos años se suceden episodios de muerte súbita y generalizada de árboles en bosques de todo el mundo. En muchos casos el cambio climático y las sequías desempeñan un papel importante, pero no son la única causa, ya que se combina con la historia de la explotación humana y con la proliferación de plagas y de incendios cada vez más virulentos.
En el libro “La muerte de los bosques” el profesor Francisco Lloret recorre algunos de los bosques más importantes de Norteamérica, Patagonia, Europa y África para mostrarnos, con luminosa claridad y rigor, los procesos que están provocando su colapso.
Un fenómeno que nos brinda la oportunidad de conocer mejor el funcionamiento de los bosques, su compleja dinámica interna, sus patrones de crecimiento, su distribución en el mundo, su papel en la biodiversidad y las transformaciones que sufren, sean de forma natural o como resultado de la actividad humana.
Los bosques nos proporcionan múltiples servicios, no solo por la explotación de su madera, sino también por su capacidad de regular el clima y la provisión de agua. Además, son una fuente de emociones y un legado que debemos preservar. La muerte de los bosques es una lectura apasionante e innovadora, que nos ayuda a comprender la razón de ser de los bosques y el fundamento que necesitamos para conservarlos.
“El decaimiento forestal se empezó a detectar a finales del siglo pasado. En 2010 se publicó un artículo que recogía casos recientes de bosques de todo el mundo, ya fueran boreales, templados, mediterráneos o tropicales. En ellos hay un nexo común: la existencia de periodos intensos de sequía acompañados por altas temperaturas.
No obstante, suele haber otros factores que contribuyen a esta clase de mortalidad, como los suelos –por ejemplo, los especialmente rocosos– con poca capacidad de almacenar agua, las plagas o la alta densidad de árboles, que a menudo aparecen en bosques que, por ejemplo, colonizan terrenos que antes eran utilizados para pastos o cultivos” explica en una reciente entrevista para Ethic.
Según explica estos episodios de mortalidad detectados son una señal de alarma del estrés que el cambio climático está causando en los bosques. Además, el cambio climático está aumentando la intensidad y la frecuencia de episodios extremos como las sequías.
La suerte de la naturaleza es su gran capacidad de regeneración, es por eso que el bosque puede recuperarse “aunque a menudo se producen cambios en las especies que lo forman o en el tamaño y densidad de los árboles con el objeto de hacerse más adecuados a las situaciones de sequía. En un número relativamente bajo de casos observamos que los bosques dan paso a matorrales o a pastos.
El peor escenario, sin embargo, es que antes de que la cubierta vegetal se recupere haya lluvias torrenciales que causen la pérdida de los suelos. En esos casos será mucho más difícil que los bosques se recuperen:
Estos proporcionan toda una serie de servicios a la sociedad humana, ya que proveen de madera y leña, frutos y hongos comestibles, protegen los suelos y regulan los cursos de agua y, por supuesto, regulan el clima al captar el CO2 de la atmósfera que contribuye al cambio climático.
También albergan biodiversidad y proporcionan valores culturales, emocionales y estéticos a los humanos, servicios que evidentemente se ven alterados por su pérdida”.
El profesor advierte que la sociedad no es consciente todavía del fenómeno, pero debido a su urgencia es necesario poner en marcha soluciones eficaces para repoblarlos.
FRANCISCO LLORET
Catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del CREAF ( Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales)
Redacción
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