Decía el poeta Antonio Machado que “En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva”. Pues más allá de sus dirigentes las gentes del país han demostrado valores como su voluntad para sobreponerse a las sucesivas crisis o una asombrosa solidaridad (desde hace muchos años España es líder y referente mundial en trasplantes).
Por motivos razonables existe un agravio comparativo respecto a los avances y estado de bienestar de los países del norte, pero se ha demostrado que también los países del sur están consiguiendo recuperar el camino perdido.
No existe una plaga bíblica que condene a los países del sur, sino la voluntad de cambiar las políticas para seguir avanzando. Véase el milagro económico de Portugal que ha pasado de patito feo de Europa a cisne al que admirar.
Muchas veces el problema de España es que no se lo cree y se fustiga por lo malo en vez de reconocerse también en lo bueno. Sobran los motivos: un clima envidiable, más horas de sol que pueden ser capitalizadas en energía renovables, un país heterogéneo de recursos naturales, gentes, cultura y lenguas.
Debe mejorar su autoconcepción para saber venderse aún mejor al mundo sus potencialidades. Dejar de perderse en las luchas cainitas, identificar las diferencias y valorarlas como virtudes, sumar lo heterogéneo, atreverse al progreso y no quedarse anclado en la historia que allí quedó.
Evidentemente son muchas las cosas que reformar y no pocas las que hay que cambiar, pero ahí radica la virtud de señalaras para resolver los problemas.
Con perspectiva España ha sido pionera en medidas positivas que en su momento quizás no se le dieron la suficiente importancia y luego se han demostrado fundamentales; es el caso del matrimonio igualitario o la ley de dependencia.
También ahora e impulsadas en buena medida por el Gobierno de España y otras a iniciativa de otros grupos del congreso se están generando cambios importantes para fortalecer el estado del bienestar y avanzar en derechos civiles.
Hay una cantidad de leyes y medidas positivas de estos últimos meses que son esperanzadoras: una reforma laboral que protege derechos de los trabajadores que se perderían sin su aprobación; el desempleo en España baja de los 3 millones por primera vez desde 2008; aumento del salario mínimo en sintonía con la directiva de la UE; aumento de las pensiones; la ley contra el desperdicio alimentario; la ley de los tres minutos para proteger a los consumidores de los abusos; abrirse al debate legislativo de abolir la prostitución.
Nadie puede negar estos avances importantes. Aun habiendo problemas estructurales que todavía merecen mayor atención (la deuda pendiente con los autónomos o el alto desempleo juvenil) en líneas generales se están dando pasos para que el país siga progresando.
El problema es que hay mucho ruido alrededor, que en la pasión por las cosas no se encuentra medida y los gurús del malestar aprovechan el sempiterno run run para pescar en rio revuelto y vender que cuánto peor, mejor.
No hay que darles protagonismo. Son muchos los desafíos que necesitan la atención y recursos para centrarse en lo importante. Salimos de una pandemia, tenemos una guerra en Europa y las prioridades deberían ser claras, por eso muchas veces no se entienden las discusiones de bajo nivel que en estos momentos son asuntos secundarios (OTAN sí o no, discrepancias en las autonomías o los escándalos del Emérito).
España además goza de un capital humano en muchos casos envidiable, personalidades de primer nivel en sus respectivas profesiones que son referentes positivos y que tienen un gran reconocimiento internacional: Rafael Nadal, Pau Gasol, Penélope Cruz, Pedro Almodóvar, Rosalía, José Andrés, Alexia Putellas, Carolina Marín, Manolo Blahnik, los hermanos Roca, Martin Berasategui, César de la Fuente, Alicia Vacas Moro, Arancha Martínez Fernández, Rafael Moneo, Jaime Gómez-Hernández, Maria Bruna, Pablo Jarillo-Herrero…
Son tantos los motivos para una España en positivo que merece la pena seguir construyendo.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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