Espiar, deporte mundial.
No respetar las comunicaciones privadas es una regresión impura y dañina que se ampara en esta estúpida sumisión tecnológica que llamamos progreso.
Espiar y dejar rastro es como estafar con factura. Pero es el descaro de nuestros días. En el espionaje a los líderes independentistas catalanes por parte de los servicios secretos españoles hay huellas que señalan hacia algo que definitivamente anda torcido en nuestra comprensión de la amplitud de las libertades.
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DAVID TRUEBA
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