Hoy vivimos en un contexto complicado donde además de las circunstancias adversas debemos lidiar con el bombardeo mediático de malas noticias. No hace falta decir el efecto contraproducente que tiene el desplazarse en redes y ver continuamente noticias en tiempos de crisis.
Por si fuera poco la situación en Ucrania avanza rápido y los periodistas están tratando de mantenerse al día. La mayoría de los medios de comunicación tienen cobertura continua de la invasión rusa.
En momentos así es necesario hacer una dieta de medios, que pasa por limitar el consumo de noticias.
También es vital compensar la fatalidad con historias edificantes. La Organización Mundial de la Salud recomendó que las personas hicieran esto durante la pandemia, pero el consejo se aplica a cualquier crisis.
Ante las malas noticias, y hay muchas, es fácil sentirse abrumado por una sensación de impotencia.
La experta en traumatismos de Harley Street, Olivia James, sugiere centrarse en las acciones positivas que podría tomar para salir del estancamiento. “Incluso si es sólo una pequeña cosa”, dice ella. “Haz algo en lugar de aceptar todas las malas noticias y sentirte cada vez más inmovilizado por todo”.
Eso no quiere decir que no participe, es importante saber qué está pasando, pero es recomendable limitar el consumo de noticias, en lugar de atiborrarse de ellas todo el día.
Es más fácil confrontar las cosas malas cuando sabes que también hay cosas buenas.
Eso significa, al mismo tiempo que comprender los problemas que existen y las tragedias que están ocurriendo, descubrir qué está pasando bien en el mundo también, lo cual es suficiente, por cierto.
En un especial del periodista y escritor británico Oliver Burkeman para la revista Positive News da más consejos acerca de cómo ser resiliente a las malas noticias.
Según su opinión no hay que dejar de leer en su totalidad las noticias sino gestionar mejor su consumo.
“Hay que ajustar su estado predeterminado, de modo que las noticias una vez más se conviertan en algo en lo que se sumerja por un corto tiempo y luego salga de nuevo, a diferencia de un ámbito en el que pasa la mayor parte del día.
Y, por supuesto, cuando se trata de las noticias que elige consumir, equilibrar las historias sobre lo que va mal con las que se centran en lo que va bien puede ayudarlo a sentirse empoderado”.
Por supuesto esto exige adquirir cierta disciplina pues la tentación es grande: “Formular un puñado de reglas personales no demasiado rígidas puede marcar una gran diferencia aquí. Por ejemplo, he tenido éxito al dejar mi teléfono en el pasillo cuando estoy en casa; solo revisar Twitter durante un período predeterminado de dos horas cada día; y decidiendo de antemano cómo gastaré los descansos en el trabajo, para no volver a ver las noticias.
Tales tácticas no hacen que sea fácil evitar el doomscrolling. Pero proporcionan un marco suficiente para que en un momento dado los esté siguiendo o sea consciente del hecho de que no lo estoy haciendo”.
Redacción
En Positivo
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