sábado, 01 abril 2023

El problema para Putin es que haya en Ucrania una democracia que funciona. JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA

Ante la guerra de Rusia contra Ucrania el presente y perspectivas de futuro se presentan con más incertidumbres que nunca.

El mismo Putin se ha equivocado en sus estimaciones, esperaba conquistar Kiev en cuestión de horas y que el resto del país se rindiera poco después. Sin embargo han subestimado la valiente resistencia de Ucrania y el apoyo que recibiría de Occidente.

Nada será igual que antes, es una de las pocas conclusiones que aciertan a coincidir los expertos en geopolítica.

En medio de la vorágine de una guerra que tiene en vilo a medio mundo, merece la pena leer para la revista Ethic el análisis del politólogo José Ignacio Torreblanca para conocer el origen y el impacto geopolítico de un conflicto que ha obligado ya a más de un millón de personas a abandonar su país.

Si bien para muchos ha sido sorpresivo este beligerante ataque de Putin, lo cierto que Torreblanca asegura que sí era esperable de acuerdo al tono de sus últimos discursos “pero sobre todo en el artículo que escribió en julio del año pasado –Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos–, donde habla de la historia de los dos países y de la identidad y la lengua rusa desde un punto de vista que no deja lugar a una convivencia y una coexistencia que no sea en términos de sometimiento completo”.

Aquellos que se estaban fijando en las dinámicas de las relaciones internacionales y pensaban que iba a haber un juego de disuasión, equilibrio y negociación, no esperaban la invasión porque no estaban mirando con detalle la política interior de Rusia”. 

Sobre lo enajenado del personaje de Putin ya ha dado buena cuenta su biógrafo quien seña que se considera a sí mismo como una persona enviada por Dios que tiene la tarea de revertir la desaparición de la URSS.

Algo que corrobora Torreblanca cuando explica que Putin piensa que él ha liberado a los rusos de unas élites corruptas decadentes que ofrecen una democracia falsa e incompatible con su identidad.

“También cree que ha liberado a los bielorrusos –por eso ha ayudado a su presidente actual, Lukashenko​–. Su planteamiento es: si los rusos viven correctamente gobernados gracias a él, ¿por qué no liberar a los ucranianos?”

Su disociación de imagen propia respecto a la percepción de parte de occidente es obvia. Y este narcisismo tampoco le ha hecho ver la resistencia del pueblo ucraniano.

Él creía que lo que había en Ucrania era una minoría, una pequeña élite occidental en Kíev que estaba ocupando el país y que en el momento en el que se quitase de encima a aquellos (como Zelensky) que él cree que han llegado al poder por un golpe de estado, iba a ser muy fácil.

Todo esto alimentado por una visión de la historia que sostiene que el nacimiento de Rusia está en Ucrania. Esa serie de elementos y lo que ha ido acumulado militarmente en los últimos años, daban a Putin la percepción de que sería una operación relámpago. Lo que Putin ignora es que desde 2014 Ucrania ha cambiado, que no hubo un golpe de estado, sino un proceso de construcción de identidad antirusa y, sobre todo, ucraniana”.

Para Torreblanca este conflicto tiene enorme trascendencia ya que se dirime la victoria de las democracias liberales sobre un tipo de autocracia como la rusa, que incluso puede movilizar a los ciudadanos rusos.

“No podemos comprar la geopolítica del risk, de países que se van aliando unos con otros.

El problema para Rusia es que, si en Ucrania hay una democracia que funciona, vibrante y que tiene buenas relaciones con Occidente, los rusos van a decir: si ellos, que son como nosotros, pueden vivir en una democracia, ¿por qué nosotros no? Es lo que les ha pasado a los ucranianos con los polacos.

Si bien su resolución es incierta para el politólogo ya se están moviendo importantes piezas en Europa, lo que ya se habla como el acta de nacimiento de la Europa geopolítica.

“Hay muchos escenarios posibles, pero creo que ninguno nos devolverá a como estábamos antes. Esta recontextualización de las relaciones exteriores de Europa y de sus relaciones con Rusia se va a quedar. Incluso aunque el Kremlin se retirara voluntariamente de Ucrania sin pedir nada a cambio, no nos volveremos a fiar mientras esté Putin al mando.

Creo que Europa se va a reconfigurar: en los Balcanes el desafío fue moral y humanitario, pero no militar –nunca hubo riesgo de que Milošević atacara a la UE–. Sin embargo, esta guerra es un desafío directo para la Unión Europea. Mientras Putin siga ahí –y por eso es importante la política interior–, la sospecha siempre estará.

JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA
Es un analista político y politólogo, colaborador habitual en medios de comunicación

Redacción
En Positivo

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