En todo el mundo ahora hay una opción de más de 2,2 millones de podcasts y casi 40 millones de episodios de podcast.
Un podcast es una colección o serie de archivos de audio digital que están disponibles para descargar o escuchar a través de Internet. Cada grabación de audio individual se conoce como un episodio de podcast. Los podcasts suelen estar alojados por una persona o personas que lideran una conversación, comparten historias o informan sobre las noticias. El creador de un podcast se conoce como podcaster.
Decía la famosa canción de a finales de los años 70 “Video Killed The Radio Star” (el vídeo mato a la estrella de radio) y eso en la realidad nunca pasó porque la radio ha seguido teniendo gran acepción entre la audiencia.
Sin embargo el podcasting quizá pueda conseguir tal hazaña o al menos afectar sensiblemente a la industria hacía su transformación.
El ‘podcasting’ permite que cualquier persona con una PC cree un programa de ‘radio’ y lo distribuya libremente, a través de Internet. Elimina los factores clave que impiden el crecimiento de la radio por Internet: su portabilidad, su intimidad y su accesibilidad.
Este es un escenario donde las audiencias son productoras, donde la tecnología que ya tenemos asume nuevos roles y donde las audiencias, desvinculadas de los medios tradicionales, redescubren sus voces.
¿Matará el podcast a la estrella de la radio? Se preguntan en un reciente artículo para The Conversation la profesora de radio, María Fitó-Carreras, y de Comunicación audiovisual transmedia, Montserrat Vidal-Mestre.
En la actualidad podemos encontrar una gran oferta de programas o secciones de radio alojados en plataformas o en las propias webs de los medios de comunicación. Gracias a estos repositorios digitales, la radio puede almacenar sus contenidos en audiobibliotecas infinitas. Esta opción nos permite escuchar bajo demanda los contenidos de audio en el tiempo y lugar que escojamos. Ya no es necesario esperar al día y la hora en que se emite un determinado programa para escucharlo.
La digitalización sonora aporta grandes ventajas para el medio. En primer lugar, el podcasting amplía la oferta radiofónica configurándose como un nuevo canal para captar audiencias sin la limitación territorial de su cobertura ni temporal. Cualquiera puede acceder a él independientemente del lugar en el que se encuentre y del momento. El oyente de radio acude al pódcast para recuperar el contenido emitido a través de las ondas o para escucharlo por primera vez, en caso de que no le haya sido posible hacerlo en directo.
También atrae a nuevos consumidores. No son oyentes de la emisora pero acceden al formato a través de los buscadores o de las distintas fórmulas de promoción del mismo: anuncios en los medios, enlace del pódcast en una página de internet, contenido sugerido por la propia plataforma, el boca a boca… Por ejemplo, Arte Compacto, el pódcast, ha dado lugar a un programa de RNE que, a su vez, se puede consumir como pódcast. Además, amplía la audiencia gracias a la opción de reenvíos compartidos de los archivos de sonido.
En segundo lugar, supone una nueva fuente de ingresos para la radio de doble origen. Por un lado, la inversión publicitaria de los anunciantes, que tradicionalmente se anunciaban en el dial, se traslada al pódcast (con cuñas previas o de cierre, patrocinios, contenido patrocinado sonoro, etc.). Y por otro, se generan por primera vez ingresos provenientes del oyente. Se trata de los casos en los que es necesaria la suscripción con una cuota para acceder al contenido.
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El pódcast perdura anclado en el soporte digital
Los pódcast echan por tierra los principales pilares en los que se sustenta el medio radiofónico: la inmediatez y su naturaleza fugaz y efímera. Los contenidos de radio están pensados para ser consumidos en directo y desaparecer instantáneamente después de su emisión.
Además, la radio responde a la actualidad, así que este factor temporal adquiere una gran importancia en la era de consumo bajo demanda. Con una escucha posterior, el contenido previamente emitido en directo a tiempo real pierde toda su frescura y en ocasiones su ser. ¿Qué sentido tiene escuchar tres días después un concurso de radio en el que se pide la participación inmediata de la audiencia a través de Twitter o por teléfono? ¿Dónde está la verdadera emoción de seguir un partido radiado conociendo de antemano el resultado?
¿Estamos ante el nacimiento de un nuevo género sonoro?
Los pódcast producidos exclusivamente para ser consumidos en las plataformas de podcasting, es decir, aquellos que no han nacido en las ondas, se configuran como un nuevo género. Nos permiten explotar al máximo el lenguaje sonoro y el guion radiofónico. Al no tratarse de contenidos rescatados del directo, la realización y postproducción son mucho más cuidadas y calculadas al milímetro. La expresión “son cosas del directo” ya no sirve para salir del paso ante un problema técnico.
Además, nos permite profundizar en los temas abordados con más detenimiento. Los pódcast tienden a la especialización, el análisis y la reflexión. Todo ello es el resultado de su falta de límites temporales y de disponibilidad. A diferencia de un programa de radio, no importa cuánto duren. Además, el espacio disponible para alojarlos es ilimitado y carece de caducidad en el tiempo.
A pesar de los avances tecnológicos, la identidad sonora seguirá siendo la misma con independencia del soporte en el que se emita o aloje y la denominación que reciba. De la misma forma que el vídeo no consiguió “matar” a la radio, el pódcast tampoco lo hará, porque la naturaleza es la misma: el sonido seguirá siendo sonido.
La radio es la inmediatez y fugacidad de los contenidos nacidos en directo, pero el pódcast debe ser la perfección sonora de contenidos sostenidos en el tiempo. Estamos ante un nuevo género sonoro premium para oyentes sibaritas.
Maria Fitó-Carreras
Profesora Asociada de Radio en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Universitat Internacional de Catalunya
Montserrat Vidal-Mestre
Comunicación audiovisual transmedia, Universitat Internacional de Catalunya
Redacción
En Positivo
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