La pandemia ha sembrado el caos en la humanidad y de forma directa o indirectamente nadie ha quedado indemne a sus efectos, ni nadie ha sobrevivido a ésta ni ésta completamente intacto. Es mucho lo que nos ha removido a todos los niveles, como sociedad y de forma interna como individuos.
Después del caos, vino la confusión y la incertidumbre, y es lógico aún estemos reorganizándonos. Sin embargo lejos de aportar claridad y certidumbre cuando más se necesitaba hay quienes han aprovechado el contexto para beneficiarse por intereses espurios y a rio revuelto hacer ganancia de pescadores.
La solidaridad y empatía han sido valores repetidos y puestos en práctica por muchos de los colectivos de nuestra sociedad en los momentos más difíciles: desde sanitarios, asistentes sociales, personal de supermercados y hasta los cuerpos y fuerzas de seguridad. Han sido el mástil al que aférranos.
Sin embargo hay otros que con su codicia han seguido haciendo alarde de su mala praxis. Como aquellos que a pesar de las continuas denuncias se sirven de burdas tramas burocráticas para evadir fiscalmente y ni tan siquiera una pandemia ha servido para hacerles recapacitar.
Es por ello meritorio el valiente trabajo que han venido desempeñando determinados profesionales de los medios como el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ por sus siglas en inglés, quienes desvelaron en este tiempo los Pandora Papers.
Un trabajó que ejemplifica los principios de veracidad y trasparencia con 11,9 millones de documentos, lo que hace que esta sea la mayor filtración de datos de sociedades offshore, superando a los Panama Papers, los cuales también fueron desvelados por el mismo ICIJ.
Es importante esta experiencia que proviene de una asociación internacional de periodistas para recapacitar acerca de lo que tiene que ser esta profesión y ejemplificar a los medios de comunicación en general para que no desvirtúen su cometido y apuesten por el rol social de los medios.
El periodismo encierra una enorme vocación de servicio para transmitir información esencial y para comunicar a ser posible de forma constructiva.
En estos tiempos de enorme confusión cuando se dice que estamos más “informados” pero más mal informados, cuando reinan las fake news que se hacen virales, las verdades cambiadas, los odiadores en redes – ahora llamados haters – y despropósitos varios.
Además de las investigaciones del ICIJ, se valoran otras iniciativas para combatir las fake news. Véase plataformas como Poletika, especializada en información política – y muy necesaria en un contexto de polarización – o Newtral, creada por la periodista Ana Pastor en 2013 y que se basa en los principios de la técnica periodística del fact-checking.
Es por tanto imprescindible iluminar estos tiempos confusos, para dar serenidad y certidumbre cuando más se necesita. Los medios no deberíamos entrar en el juego de enredar, enfadar y crispar aun cuando el sensacionalismo puede en un primer momento dar audiencia pero nunca prestigio.
Por el contrario el rigor, veracidad y trasparencia son siempre las raíces en las que debemos sustentar la profesión para ver crecer el árbol y reivindicar como los más preciados valores posibles.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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