Covid, Covid y más covid. El monotema copa prácticamente toda la atención mediática y difícilmente alguien se puede asomar a ver la televisión sin caer en una depresión.
Por si no hubieran suficientes problemas ¿Proponen alguna solución más? Si no es así tal nivel de intoxicación y ruido mediático sobre la pandemia comienza a ser desolador.
Con acierto el anuncio ‘Acojonados’ retrata esa realidad de vivir atemorizados por todo, y por qué no una crítica velada hacia los mensajes que nos infunden tanto miedo.
La realidad ya sabemos la que es, pero de nada ayuda revestirla de tanto drama y alarmismo. Y es que a la crisis socio-sanitaria que ya vivimos se suma una crisis de salud mental entre la población – y que no recibe la suficiente atención ni de los medios ni gubernamental -.
Basta imaginar que a las dificultades de la vida cotidiana, agravadas por el contexto de la pandemia, se suma el mensaje machacón y repetitivo de los medios diciendo que todo va mal.
Si esto lo ven los adultos, imaginen el efecto pernicioso en los niños y adolescentes.
La pandemia en pleno auge nos robó las navidades del pasado año, y ahora parece una estrategia mediática torticera, de si no robárnosla a buen seguro amargarnos las fiestas.
Es bien conocida durante la Primera Guerra Mundial, un grupo de soldados decidiría espontáneamente dejar la guerra de lado para confraternizar con el ser humano que se encontraba debajo del uniforme enemigo.
Era diciembre de 1914 y al llegar la Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental los alemanes colocaron árboles iluminados en los parapetos de las trincheras y los aliados se les unieron en un alto el fuego espontáneo: fue la conocida como Tregua Navidad de la Primera Guerra Mundial.
Si se consiguió entonces no es excusa ahora el vivir con cierta tranquilidad la Navidad, el dejar a la población celebrar estos días con los seres queridos, amigos y familiares.
Los medios de comunicación deberían estar a favor de obra para visibilizar otras muchas historias positivas, de solidaridad, de alegría, que durante estas semanas se dan especialmente.
Hay que dejar de parecerse a aquel personaje llamado El Grinch, un ser amargado y cascarrabias, que desea acabar con la Navidad de una vez por todas.
Flaco favor se hace a las audiencias, a los adultos, a los mayores que algunos en su soledad tienen que ‘ingerir’ tal bombardeo de malas noticias, a los niños que en sus vacaciones de Navidad en vez de ver anuncios de juguetes y turrones tienen que soportar el monotema.
Hoy puede ser un gran día, dice en su canción el bueno de Serrat “aprovecharlo o que pase de largo depende en parte de ti. Dale el día libre a la experiencia para comenzar y recíbelo como si fuera fiesta de guardar”.
Lo vamos a plantear así, nos lo merecemos, por los que estamos y los que ya no están.
Y si no lo hacen colgaremos el cartel ‘No molestar’ como se cuelga en la puerta de las habitaciones de los hoteles para respetar la tranquilidad de los huéspedes.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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