jueves, 07 diciembre 2023

Nos quieren atados a las redes sociales y vivir en un mundo virtual. JORGE DOBNER

Hace unos días el célebre fundador de Facebook, Mark Zuckenberg, anunciaba los planes para transformar su empresa en un metaverso o lo que es lo mismo, un espacio virtual y colectivo en el que se recrean determinadas escenas en los que las personas pueden interactuar entre sí.

Un mundo paralelo como si de un videojuego se tratara donde realizar actividades virtuales con familiares y amigos, e incluir hasta las mascotas.

Curiosamente en el vídeo promocional Zuckenberg habla de que la experiencia más importante es conectarnos con la gente – como si hasta ahora no lo hiciéramos – y nos vende lo idílico de este metaverso donde los sueños se hacen realidad…hasta que te despiertas y tienes que volver a tus obligaciones.

Es del todo terrorífico pensar que para conectarnos con otros necesitamos entrar en realidades virtuales; como si el contacto físico, las reuniones, los encuentros fortuitos en la calle no fueran suficiente.

Y es todo lo contrario, porque renunciar al placer de la socialización humana – y así nos hemos hecho más conscientes en los confinamientos obligatorios por Covid de la necesidad de abrazos y caricias – es poco menos que un suicidio colectivo.

Nos quieren atados a las redes sociales y ahora vivir imbuidos en un mundo inmaterial y virtual sin ninguna experiencia de goce. Las tecnologías deben ser y son aliadas de los humanos, pero no sustitutivas de su condición.

Zuckenberg se ha creído que puede convertir en realidad el famoso videojuego Los Sims y aún habrá incautos que se lo compren. Cuando los videojuegos siempre se han considerado un pasatiempo y entretenimiento, pero nunca una realidad en la que vivir ni quedarte.

Como si de tomar un tripi se tratase el despertar del “viaje” puede ser fatal para aquellos que confunden lo virtual con realidad y que les aleja de sus responsabilidades cotidianas.

Nuestros instintos sociales son inexorables a nuestra condición humana, de forma contraria seriamos simplemente autómatas sin capacidad para disfrutar de los cinco sentidos.

Hemos depositado demasiado poder en estos oligarcas tecnológicos que como Zuckenberg ya se creen dioses con la capacidad de dirigir voluntades. En unos momentos en que hay suficiente polémica con su compañía y el uso fraudulento de datos privados de los usuarios, por si no fuera poco, ahora se suma la idea descabellada de hacer a los ciudadanos esclavos de realidades inexistentes.

Hemos cedido nuestra conversación pública y las palancas psicológicas de nuestros impulsos sociales más profundos a la tecnología. Así lo explica recientemente la periodista Arianna Huffington en uno de sus artículos.

Menciona a expertos como Tristan Harris, especialista en ética tecnológica estadounidense, quien llama “el mayor experimento psicológico que jamás hayamos realizado con la humanidad”. Los resultados de ese experimento son que estamos en modo perpetuamente hipervigilante de lucha o huida, lo que indica nuestra lealtad tribal al buscar enemigos.

Debemos empoderarnos de una vez los ciudadanos y establecer límites. Dice Nicholas Christakis, profesor de Yale y experto en conexiones sociales, que una vez que entendemos cómo las redes sociales se aprovechan de nuestros miedos sociales, podemos comenzar a recuperar el control.

Nos quieren rabiosos, haters, enfadados con el mundo…y ahora resignados a una realidad virtual que nos venden como la solución de nuestras vidas. Pues qué vidas tan tristes.

Vivir en la realidad tiene sus sinsabores, pero también grandes placeres, no vamos a renunciar a ellos.

JORGE DOBNER
Editor
En Positivo

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