jueves, 21 septiembre 2023

“Nuestro pensamiento meritocrático denigra a los perdedores, incluso ante sus propios ojos”. MICHAEL J. SANDEL

El principio de meritocracia (proveniente etimológicamente del latín merĭtum ‘debida recompensa’, a su vez de mereri ‘ganar, merecer’; y el sufijo -cracia del griego krátos, o κράτος en griego, ‘poder, fuerza’)​​​​​ bien que significa el gobierno de los mejores como una forma de gobierno basada en el mérito.

Sin embargo el término no es tan antiguo, pues fue acuñado por Michael Young en 1958. En ‘The Rise of the Meritocracy‘ presentaba un futuro distópico siguiendo la idea de reemplazar la aristocracia con sistemas de recompensas económicas y políticas basadas en el talento, la habilidad y el esfuerzo, así como el reconocimiento social y moral que lo acompaña.

Sin embargo el condenarnos a su tiranía genera la erosión del bien común. Así lo explica en su último libro La tiranía del mérito con la pregunta ¿qué ha sido del bien común? el filósofo y profesor estadounidense, Michael J. Sandel.

Aquellos que ganan en nuestra meritocracia son vistos por otros y luego tienden a desarrollar un sentido en sí mismos, como verdaderamente merecedores de su éxito.

Los logros son propios de una persona, se basan en sus “propios” talentos y trabajo duro. Los individuos son atómicos en sus logros.

El resultado es una arrogancia meritocrática, “la tendencia de los ganadores a inhalar demasiado profundamente su éxito”. Esta forma de pensar ciertamente puede ser estimulante, aunque viene con su propio castigo: el estrés, la ansiedad y el agotamiento están aumentando. ¿Y los del otro lado? ¿Qué pasa con los que fracasan?

Sandel propone deshacerse de la polaridad que significan las palabras ganadores y perdedores.

Nuestro pensamiento meritocrático también “denigra a los perdedores, incluso ante sus propios ojos”. Si el éxito es propiedad exclusiva del individuo, también lo es el fracaso. “Es difícil escapar al pensamiento desmoralizador de que su fracaso es obra suya, que simplemente carecen del talento y el impulso para triunfar” explica el filósofo.

Es una “política de humillación”. Si la posición de una persona en la sociedad es supuestamente una insignia de su mérito, las posiciones inferiores pueden convertirse en reflejos del menor valor de una persona. Las contribuciones al bien común, el reconocimiento asociado y otros sentimientos cívicos son sofocados por una red de capitalismo, hiperindividualismo y meritocracia.

Así, por ejemplo, el recolector de basura no es alguien que ayuda a mantener nuestras calles libres de basura y enfermedades bajas en nuestras comunidades, sino alguien que carece de talento para cosas “superiores” o que no intenta lo suficiente. Algo que Sandel quiere desterrar dando a cada persona su lugar y valor en la sociedad.

MICHAEL J. SANDEL
Filósofo político y profesor estadounidense. Su labor es reconocida con distintos galardones como el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.

Redacción
En Positivo

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