domingo, 02 abril 2023

Maria Ressa es Nobel por noble. XAVIER VIDAL-FOLCH

María Ressa, un pálpito de libertad.
Inquieta y serena, activa e impoluta, sonriente y trabajando sin descanso, atenta y comprometida, Maria Ressa es Nobel por noble.

María es menuda. Su apariencia delicada y grácil confunde, porque amaga la firmeza de quienes jamás se rinden. María es dura como una roca, aunque eso extraña, porque la liviandad de su presencia y la levedad de sus gafas de montura transparente invita a pensarla vulnerable.

El día que surgió en nuestras reuniones, descubierta por Bertrand Pecquerie allá en 2.014, sorprendió: su presencia prometía y promete discreción oriental –y en verdad que apenas nunca habla de sí misma y de sus cuitas personales– pero al tomar la palabra todo cambia. Es taxativa en su voluntad, clara en sus ideas, extremadamente ordenada al exponerlas.

Durante los cinco años que formó parte del consejo directivo de la Global Editors Net (GEN, la Red global de directores de periódico) alzó repetidamente su voz (y sus propuestas) en favor de la libertad de prensa. Una apuesta por la que ha pasado continuas penalidades personales a cuenta del autoritarismo de su Gobierno, intolerante ante las denuncias de todos los abusos y la defensa de la verdad.

Hasta el punto de que la ha perseguido activamente, llevándola a la cárcel. “Los ataques al periodismo son ataques a la democracia; porque atacan a los hechos, y sin hechos no hay verdad y sin verdad no existe la confianza”, compartía en su última intervención, en la cumbre de junio de 2019 que puso broche final en Atenas a la aventura de la GEN, intensamente dedicada durante casi un decenio a compartir reflexiones y experiencias para empujar la transformación del oficio y de las redacciones en la era digital.

Entonces no pudo venir a Europa. Tuvo que hablar por pantalla. El régimen de Rodrigo Duterte le había amenazado: si salía de su país, no la dejaría volver a Manila.

Como los grandes artistas, María es muy local, muy filipina, muy apegada a su paisaje humano más próximo y a sus raíces, y al mismo tiempo -o quizá por eso-, inequívocamente universal, espacio que pisa con envidiable seguridad, la del paso inaudible y sin zigzags. “Lo local es global y lo global es local, no estamos solos”, afirmaba. “Vengo de un simposio en el que los colegas de India, de Brasil, de Arabia Saudita, de Filipinas, hemos explicado cómo sufrimos los mismos problemas” de intoxicación, manipulación y puesta en circulación masiva de ‘fake news’, deletreaba, “por eso necesitamos soluciones globales para los problemas individuales, hay que proteger a la información en la batalla por la verdad”.

Inquieta y serena, activa e impoluta, sonriente y trabajando sin descanso, atenta y comprometida, Maria Ressa es Nobel por noble.

Noblemente entregada a la causa de buscar las verdades entre obstáculos y peligros. Sin esperar nada a cambio. Si fallar nunca. Gracias por estar ahí, pálpito de libertad.

XAVIER VIDAL-FOLCH

Publicado en: EL PAÍS

Leer más:
Nobel de Medicina, David Julius y Ardem Patapoutian por sus descubrimientos sobre la forma en la que el sistema nervioso percibe la temperatura y el tacto
Lo más importante hoy no es ilusionar; basta con quitarnos el miedo al porvenir. FERNANDO VALLESPÍN1N
La libertad del periodismo vs dependencia de Google y Facebook
10 estrategias de manipulación mediática según Noam Chomsky
La ética en los medios. JORGE DOBNER

 

Recibe nuestro boletín semanal
con lo más positivo de los medios

Opiniones

Descarga gratuita

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Privacidad