¿Civilización o barbarie? Y es que nuestra evolución debería indicar lo primero como forma de educarnos de manera correcta, y sin embargo cuando vemos tantas imágenes de ciudades víctimas del vandalismo y donde reina la barbarie parece que no hemos evolucionado como especie.
Las imágenes de los macrobotellones que acabaron en destrozos como en Barcelona durante las fiestas de la Mercé es de momento el último de otros tantos simultáneos y anteriores: los chalecos amarillos o derrota del PSG en Paris, también por motivos de futbol o políticos en Bilbao, en la Puerta del Sol de Madrid, las peleas en gasolineras del Reino Unido, o la reciente vuelta de los Talibanes tomando el poder que nos retrotraen a la Edad Media y a unas nuevas invasiones bárbaras.
Con la excusa de la crisis del 2008, y luego en estos tiempos de pandemia, tenemos que pensar si no hemos sobreprotegido demasiado a las nuevas generaciones y convertido en jóvenes y adolescentes malcriados sin ningún tipo de control ni medida.
Basta imaginar cómo esos adolescentes de hoy, adultos de mañana, crecerán pero sin madurar, con nulo sentido del deber y la responsabilidad para con la sociedad en la que viven.
Y es una gran pena pues desmerecen y dejan en mal lugar de cara a la opinión pública a la gran parte de los adolescentes y jóvenes atentos, solidarios y cuidadosos, que contribuyen a mejorar su entorno, que tienen compromiso social e incluso se atreven a emprender.
Pero es con aquellos que destrozan nuestras ciudades, porque se creen impunes, sobre los hay que actuar. Ya sea con ellos, o con las familias y tutores legales que deberían sentir alguna consecuencia del comportamiento vandalico de sus propios hijos.
No cabe duda que vivimos tiempos de incertidumbre, de crisis varias, pero aun así nos estamos reponiendo con esfuerzo – que no es poco . Que hay gente cabreada, con el mundo o con los políticos, pero no hay que olvidar que esta crisis a todos nos afecta, de una u otra forma y no por ello salimos a incendiar las calles.
En política, o mejor dicho en la mala política, parece que todo vale, pero no es así. Y además hacen gala de una insólita cobardía, estimulando, alentando, provocando y luego lavándose las manos, azuzando a su clientela para que siembren el caos en las calles y destrocen el mobiliario urbano, negocios y bienes privados de gente que honradamente se lo ha ganado.
Eso vale para todos los anti-sistemas que se mueven por todas las ciudades europeas y el preocupante ascenso de todos los ISMOS como los populismos, nihilismos, anarquismos y nacionalismos que preconizan un falso amor por sus países, que dicen tanto amar pero luego se vanaglorian de los destrozos que dejan un panorama desolador en paisajes antes llenos de belleza y vida.
Hay una evidente falta de órdenes políticas a las fuerzas de seguridad y que los mismos sindicatos policiales lo denuncian. Políticos que miran para otro lado, que no dan estas órdenes porque no desean enfentarse a una parte de su propia clientela que ellos mismos usan para sus propios fines cuando los necesitan.
En muchos casos se necesitan – y lo vemos – nuevos líderes, pero no de un lavado de cara, que sean formados y valientes, llenos de nuevas ideas constructivas. Especialmente mujeres, por supuesto, que parece en su mayoría que tienen un talante más conciliador, más de estadistas que hoy se echan a faltar.
Como vemos con la saliente Angela Merkel, que al margen de adscripciones políticas, deja un legado de dignidad en política.
Dirigentes que propongan soluciones, y al mismo tiempo que se atrevan a legislar, sobre este tipo de actos indignos que deberían ser reparados económicamente hasta sus últimas consecuencias por los tutores legales y no por el contribuyente medio que no tiene culpa alguna.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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