No siempre tenemos que estar con una sonrisa en la boca. Cuando pasamos dificultades en la vida y crisis existenciales debemos permitirnos pasarlo mal y digerir la tristeza, rabia o duelo. Es lo normal y no debemos avergonzarnos de ello. Es más no hacerlo y mostrar una sonrisa forzada al mundo sería mentirnos a nosotros mismos.
Lo estamos viendo durante esta pandemia con el trance tan complejo que nos está tocando vivir como individuos, como humanidad y con otras malas noticias como la desolación en Haití, la nueva situación en Afganistán y la gran decepción que ha provocado la mala gestión de Joe Biden de esta última crisis internacional.
La exprimera dama de los Estados Unidos, Michelle Obama, lleva meses relatando en sus redes que no lo está pasando bien, admitiendo estar ligeramente deprimida y abrumada por los acontecimientos de la pandemia y protestas sobre el racismo sistémico de EE UU.
Algunas otras personalidades se han sumado a su mensaje, pero es necesario visibilizar más si cabe una realidad tan cierta como lo que estamos viviendo. Y sin embargo incómoda porque el estar mal se relaciona aun socialmente al fracaso y es mejor en apariencia lanzar una sonrisa falsa al mundo.
«It’s ok not to be ok» (Está bien no estar bien) afirmaba Naomi Osaka en la portada de la revista Time hace unos días. La tenista que abandonó Roland Garros hace unas semanas para sostener su salud mental confirmaba en un texto en primera persona en la revista la presión y estrés a la que se había visto sometida en los últimos meses.
También la importancia de poner sobre la mesa el debate sobre la salud mental de nuestro tiempo más allá del deporte.
“En mi caso, me sentí muy presionada para revelar mis síntomas, francamente porque la prensa y el torneo no me creyeron. No le deseo eso a nadie y espero que podamos promulgar medidas para proteger a los atletas, especialmente a los frágiles. Tampoco quiero tener que involucrarme en un escrutinio de mi historial médico personal nunca más. Así que le pido a la prensa cierto nivel de privacidad y empatía la próxima vez que nos veamos
Puede haber momentos para cualquiera de nosotros en los que estemos lidiando con problemas entre bastidores. Cada uno de nosotros, como seres humanos, está pasando por algo en algún nivel.
Lo cierto es que como sociedad hemos tardado demasiado tiempo en abrir el melón de la salud mental, y es solo el principio porque queda un camino por delante para normalizar estos temas y darle la importancia necesaria. El trabajo para hacerlo comienza desde ya.
Demasiado tiempo la sociedad ha vivido de espaldas a las estadísticas sobre salud mental de su población, de las cifras de suicidios que son invisibilizadas.
Y es que de hablar de manera más abierta sobre estas cuestiones es el primer paso para liberarse del estigma, crecer en empatía y comprensión.
JORGE DOBNER
Editor
En Positivo
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