miércoles, 29 noviembre 2023

Reducir la huella machista en los medios. Antón Layunta

Quien no ha escuchado en infinidad de ocasiones aquello de “en el futuro las nuevas generaciones estarán educadas para vivir su sexualidad libremente” pero lo cierto es que trágicamente las generaciones van pasando y los datos estadísticos muestran claramente que la violencia machista no remite, muy al contrario.

Parece razonable deducir que entre toda la “educación informal” que absorben las nuevas generaciones residen imperceptibles desinhibidores de la igualdad de género que promueve la “educación formal” y por ser tan habituales se han normalizado socialmente y logran pasan inadvertidos a la mirada no profesional.

Sólo cuatro ejemplos de lo que quiero destacar; ¿Qué solución aporta hacer discursos anti violencia machista en el informativo si acto seguido en el capítulo de la serie o en la película que la cadena emite a continuación insiste en situar el honor y la dignidad del macho asesino protagonista ubicado en la entrepierna de la coprotagonista? Quiero recordar que restablecer el honor mancillado es el móvil de asesinato más recurrido en toda la historia de la industria audiovisual.

¿Cuál puede ser el mensaje público de un medio de comunicación que se autoproclama abanderado en la lucha contra la violencia de género y al mismo tiempo contrata de tertulianos a cantantes de ópera, guardiaciviles, toreros, futbolistas, ventrílocuos,… que han sido denunciados por acoso o maltrato machista?

¿De qué sirve organizar en televisión un debate en directo sobre la igualdad de género y reunir en él a destacados invitados si en los sucesivos cortes de publicidad a lo largo del programa debate los anuncios de publicidad continúan mostrando esencialmente los roles heterosexuales propios del patriarcado?

¿Se puede realmente educar a los niños en la igualdad de género si al salir de la escuela a través de las diferentes pantallas de plasma las futuras generaciones tienen acceso a otras versiones de relación entre géneros que seguramente son más parecidas a la que ellos viven cotidianamente?

Lo que la educación formal tarda meses en construir, películas, series, tertulias, publicidad,… tienen la capacidad de arruinar todo el trabajo en pocos segundos, los que dure una desafortunada secuencia.

Unos construyen con herramientas del siglo XX lo que otros desautorizan diariamente con tecnología del siglo XXII. Y pregunto, quién puede tener mayor apariencia de credibilidad ¿La fastuosa industria de la comunicación? ó ¿La cotidiana sencillez del maestro o la maestra?

La sociedad perfectamente consciente del poder que sobre los ciudadanos ejercen los medios de comunicación toma medidas para protegerlos de la mala influencia que ciertos contenidos propician, como el tabaquismo, el alcoholismo, la ludopatía,…  se sabe que su mera aparición o mención en determinados ciudadanos estimula su impulso pernicioso y por ello los protege estableciendo normas como las franjas horarias protegidas o directamente prohibiendo la publicidad de alcohol y tabaco, por ejemplo.

Pero ante la mala influencia mediática del modelo patriarcal la sociedad aún no ha sabido reaccionar y no solo no ha encontrado la forma de revertir siglos de mala educación si no que tampoco ha sabido proponer un nuevo estilo de vida alternativo. Se han dado pasos pero finalmente siempre han resultado efímeros maquillajes. Todo se sigue pensando y filtrando desde la testosterónica y arraigada lógica del pensamiento patriarcal.

Como consecuencia del contexto mediático expuesto las nuevas generaciones finalmente han asimilado que existen dos versiones paralelas sobre el tema género.

La políticamente correcta, la que la escuela aspira promover en ellos, que la ven razonable pero muy teórica y abstracta. Difícil de aplicar en su realidad.

Y la versión que para ellos es la práctica, es la misma que ven reflejada en los medios de comunicación y que consideran real, cotidiana, la que más se asemeja a la que perciben en vivo y en directo.

En sus diferentes líneas de comercialización; salas de proyección, cadenas de televisión, plataformas digitales,… el formato de comunicación audiovisual a partir de los Hermanos Lumière ha sido, está siendo y en el futuro lo será aún más, una insustituible fuente de educación formal e informal al mismo nivel que lo son la familia y la escuela, y por ese motivo considero que la industria audiovisual tiene por delante la tarea inexcusable de aportar soluciones.

Los medios de comunicación han de ser un poderoso escaparate divulgador de la variedad de estilos de vida adecuados en cada momento histórico y en esa infinita labor la publicidad siempre será su cómplice necesaria.

Para ser justo he de señalar que si a día de hoy toda la industria audiovisual del planeta al completo, incluidas las productoras medias y pequeñas, se pusiera a producir películas y series al tope de sus posibilidades, toda esa formidable capacidad mundial de producción audiovisual únicamente sería capaz de dar respuesta a alrededor de un cinco por ciento de toda la desmedida demanda mundial diaria de producto audiovisual exclusivo a estrenar.

El resto, hasta cubrir el noventa por ciento restante de la demanda audiovisual mundial, se está abasteciendo mediante reestrenos, repeticiones, refritos, remakes,… ¿quién no ha visto mil veces la idolatrada película de Hollywood repleta de tintes machistas? Las salas de proyección, las cadenas de televisión y las plataformas digitales, no tienen otra posibilidad que emitir productos que reflejan el pasado. La insuficiente capacidad de producción conlleva que gran parte de las películas y las series que periódicamente nos repiten y repiten siguen planteando relaciones toxicas de pareja que distan mucho de lo que hoy se considera aceptable.

Cuando los medios de comunicación no son más que el fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos dejan de ser los estimuladores ideológicos que construyen realidades e idealizaciones y contribuyen a fijar la idea de lo que está bien y lo que está mal.

No vale aquel principio de que si no conoces el pasado estás condenado a repetirlo. Respecto a la igualdad de género es totalmente al revés. Si no persigues el futuro estás condenado a repetir el pasado.

Inventemos juntos otro futuro.

ANTÓN LAYUNTA

Escritor, dramaturgo y consultor de comunicación. Ha sido pionero en el desarrollo de técnicas publicitarias para el medio televisión y en acciones especiales para grandes marcas líderes mundiales.

 

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