En los primeros decenios del segundo milenio el mundo ha entrado en permanente ebullición. En ese inestable escenario planetario la economía especulativa es dueña y señora de la situación. Según Oxfam veintiséis personas poseen la misma riqueza que tres mil ochocientos millones de ciudadanos. Y aún quieren más.
Los devotos de esa corriente económica saben bien que cada vez les resultará más difícil aumentar sus beneficios porque quedan pocas opciones mega rentables en este mundo que no estén ya bajo su control. Otean permanentemente el horizonte económico buscando indicios de que alguien haya sido capaz de imaginar nuevo negocio.
La misión de generar nuevas fuentes de riqueza históricamente recae en otra corriente de la economía, la economía productiva. Permanentemente consagrada a realizar el milagro de convertir piedras en panes.
La progresiva implantación de las nuevas tecnologías y la robotización de muchos procesos de producción, manufacturación y envío, han llevado al paro o a aceptar contratos basura, a millones de personas en el mundo desarrollado. Y todas esas familias también miran hacia la economía productiva rogándole que vuelva a generar riqueza y puestos de trabajo.
Y ante esta situación crítica ¿qué hace la economía productiva?
La economía productiva inédita siempre nace de ideas que necesitan financiación para materializarse y desafortunadamente hoy la tenemos colonizada por el miedoso capital de los inversionistas y la conocida poca imaginación de los tecnócratas. Una improductiva combinación de intereses que se muestra incapaz de salir del bucle comercial tradicional y que si nada lo remedia lo repetirán y repetirán hasta el agotamiento.
Los grandes negocios planetarios modernos, la nueva riqueza inexistente hasta hace veinte años, mayormente se ha gestado y desenvuelto en sótanos, en garajes, en espacios domésticos y en algunos casos ha sido concebida por un perfil de emprendedores rebotado por el sistema educativo.
Algo ha fallado cuando la creatividad en MAYUSCULAS en todos esos casos no ha surgido en los modernos edificios de oficinas, ni en los gigantescos centros de producción, con plantillas integradas por los número uno de sus respectivas promociones.
La mayor amenaza para la economía productiva radica siempre en una repetida historia. Una vez, a base de creatividad, emprendeduría, dedicación plena, tiempo y un enorme riesgo económico, por fin dicha economía logra milagrosamente abrir y consolidar una nueva vía de negocio antes inédito y logra consolidarla en el mercado, el capital especulador se acaba haciendo con ella.
Para descabezarla, o evitar la competencia, o imponer un nivel de salarios y de reducción de plantilla que permita aumentar el porcentaje de beneficio final.
Y a partir de ese momento de convertir piedras en panes, de generar beneficios y bien estar social, la nueva vía de negocio únicamente pasará a dar beneficios para alguna de esas veintiséis personas de las que nos señala Oxfam.
No es ninguna novedad que la creatividad es el excelente motor que genera economía productiva.
La naturaleza del proyecto y el emprendedor que lo propone han de dar las máximas garantías pero el empresario, el capitalista, o el director general, han de saber representar su papel y no extralimitarse sin merma de su potestad final.
La única regla a respetar en ese irreemplazable equipo de dobles consiste en comprender que para obtener todo lo que un impulso creativo pueda aportar, las propuestas de ese impulso generador nunca deben estar sometidas al criterio único y exclusivo de un equipo comercial o administrativo, o de una cúpula empresarial. Si hay dudas se realiza pre test.
Recomiendo por encima de todo valorar la intuición del emprendedor que soñó y elaboró la propuesta. Es más razonable que se logre alcanzar el éxito si dirige el proyecto aquel que lo soñó que si lo hace aquel al que se lo explicaron de segundas.
La economía productiva necesita de la creatividad para reinventarse, crear nuevo negocio, generar nuevos puestos de trabajo. Pero lo que no debe suceder es que el emprendedor aporte la nueva idea gratis y pierda sus derechos futuros sobre ella.
El capital que tiene mega preparados grupos de expertos creando el mundo que viene en ocasiones esa mega preparada estructura de sabios ante lo nunca hecho, lo jamás experimentado, ante el riesgo de decidir en algo que no venía en los libros, mediante dudas, egos desbordados, tensiones personales, puede obstruir el flujo normal del impulso creativo y convertirse en el insalvable problema.
Esos altos asalariados se ven impedidos de salirse del correcto. El riesgo hace peligrar cargos y sueldos. Y en el gran mercado el correcto no sirve más que para recuperar gastos. Para tener grandes beneficios hay que arriesgar. Y la economía especulativa prefiere que arriesguen otros. “Que inventen ellos” que denunciaba Unamuno.
No tenemos ni idea de cómo va a ser el futuro. Dependerá de que grupo humano domine la escena mundial.
Un país en el que la creatividad sea un concepto abstracto, un don únicamente atribuido a unos pocos elegidos, será un país permanentemente retrasado. Dependiente. El talento que surja en él de forma natural emigrara. Será un país condenado a pagar royalties eternamente.
Un país en el que los ciudadanos puedan plantearse obtener beneficio de su creatividad estará entre los países que lideren los nuevos tiempos y será capaz de adelantarse a los futuros escenarios mundiales. Será una comunidad viva, feliz, segura de sí misma y por encima de todo autosuficiente.
Anton Layunta
En Positivo
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1 comentario
Un mundo ideal, saludable y con crecimiento productivo. Bravo! Mantengamos la esperanza y apoyemos a esos genios creativos. Hay que dar alas a los que quieran volar!