domingo, 26 marzo 2023

Menos grietas, más talentos. Jorge Dobner

Lo negativo sigue haciendo mucho ruido, excesivo, mientras que las noticias e iniciativas positivas pasan de puntillas. Durante la época de Trump el circo estaba servido con sus performance de lo más variopintas, que lejos de hacer gracia situaron al país al borde del abismo con un asalto al capitolio que se cobró varias vidas como función final de su etapa. Un país dividido en medio de esta grave crisis por la pandemia.

Joe Biden y Kamala Harris han empezado la legislatura asumiendo grandes responsabilidades en un contexto de suma complejidad. El ejecutivo se ha comprometido a la creación de  “millones de empleos” en la industria y un paquete de estímulos por valor de 1,9 billones de dólares para combatir la emergencia sanitaria y alejar el riesgo de la recesión.

También cuando la crisis social asola el país se ha dado órdenes para ayudar a los trabajadores más pobres y aliviar a los estadounidenses hambrientos en un país donde más de 40 millones de personas dependen de la ayuda pública para la alimentación.

En esta línea el nuevo gobierno parece decidido a transformar el sistema de asistencia social estadounidense. Se trata de una ayuda fiscal de US$3.600 anual para niños de menos de 6 años y de US$3.000 para menores de 18.

Sorprende que a pesar de lo positivo de estas medidas el poco eco que encuentran en los medios de comunicación.

 Y es que todavía cuesta visibilizar las políticas positivas que merecen ser replicadas mientras que las negativas gozan de un excesivo eco, ocasionando más preocupación, – por si fuera poca – .

En estos tiempos convulsos hay miles de buenas iniciativas que están dando solución a los problemas existentes y que de tener más apoyo podrían ser replicadas en distintas partes del mundo.

Hay mucho talento dentro de la sociedad civil, pero los mediocres con poca inteligencia pero mucha maldad siguen acaparando las portadas. Son estos últimos los que nos abocan a grietas, a dicotomías absurdas, casi a modo de extorsión, o yo o el caos.

Otro de los especialistas en grietas el insensible Bolsonaro, que entre las muchas paridas ha dicho “la vacuna nos convierte en cocodrilos”, cambia por cuarta vez su ministro de sanidad porque los susodichos no se ajustan a sus planes temerarios.

Otra experta en “grietología”, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, vendida al populismo más ultra y cuyas afinidades con la ultraderecha de Vox ya no oculta, prefiriendo descabalgar a sus socios liberales de Cs también es adicta también a paridas insólitas y negativas.

“¿Socialismo o Libertad? ¿Comunismo o Libertad?” repite sin cesar. La banalidad de la política como herramienta más vil. Dicen que la ignorancia es atrevida y nunca fue más cierto. Con qué osadía se puede hablar de la libertad cuando las políticas más sociales y de apoyo LGTBI de tu socio liberal eran rechazadas y hace no tantos años el mismo partido conservador llevó al Tribunal Constitucional prohibir la ley del matrimonio igualitario y que por suerte finalmente no se admitió a trámite siendo protegida.  Hablar de libertad cuando se cuestiona el aborto, o te posicionas junto a Vox (ya no abstenerse) en contra de una Ley de Eutanasia.

La señora Ayuso, de estirpe popular, cuyo mayor logro antes de entrar en la política fue ser community manager del perro Pecas, de la casta de las Esperanzas Aguirre y Aznar, y con múltiples contenciosos todavía pendientes por flagrantes casos de corrupción que afectan al contribuyente de a pie. Los últimos populares mencionados ya están llamados a dar testimonio en el banquillo.

Cuando más nos deberíamos unir para hacer frente a la pandemia, hay muchos intereses para cavar más trincheras.

Bien decía el filósofo Friedrich Nietzsche “La mediocridad es la más feliz de las máscaras que puede usar un espíritu superior, porque el gran número, es decir, los mediocres, no sospechan que en ello haya engaño…” y es que los mediocres seguirán siendo felices si caemos en su burdo engaño.

Las instituciones de cualquier democracia avanzada no pueden permitirse expulsar la decencia, la poca o mucha que haya, el dar cobijo a inútiles mientras que el talento queda oculto en la sociedad civil.

En esta situación excepcional, que podría equiparase a una guerra mundial, debemos contar con gente primero honrada, inteligente y capaz para abordar con soluciones los problemas existentes. Cuánto menos gente que no estorbe a los que sí quieren seguir construyendo. Porque si hacemos caso a los mediocres solo dejarán cenizas.

Necesitamos más gente como Biden, como Kamila y menos gente como Bolsonaro y Ayuso.

Jorge Dobner
Editor
En Positivo

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