Hay cada vez más expertos y estudios relacionados con la salud que alertan de la relación directa entre la contaminación en las ciudades y el cáncer. De hecho la exposición continua a los gases contaminantes, así como al sol, son algunos de los factores que incrementan el riesgo de sufrir esta enfermedad.
No es de extrañar pues por una imperiosa necesidad que en los últimos en los últimos proliferen numerosos proyectos que buscan utilizar aspectos de la reconstrucción para ayudar a la naturaleza a recuperar parte del entorno urbano. El contribuir con estos espacios naturales y bosques urbanos favorece el proveer más oxígeno.
En un paso más allá para restaurar el entorno natural emerge el concepto de rewilding, que surgió a principios de la década de 1990 y desde entonces ha llevado a la reintroducción de lobos grises en el Parque Nacional Yellowstone y de bisontes en los bosques boreales de Alaska. La idea original, según la organización de conservación The Rewilding Institute, era reintroducir “depredadores ápice y especies altamente interactivas” en grandes áreas silvestres para restaurar el equilibrio natural de los ecosistemas.
Los beneficios de reintroducir estas especies clave incluyen estabilizar las poblaciones de otras especies y reducir el pastoreo excesivo de la vegetación nativa.
A nivel de Europa, en el Reino Unido, la organización benéfica para la conservación Nottinghamshire Wildlife Trust espera convertir a Nottingham en la primera “ciudad revuelta” del país, comenzando por transformar lo que era un enorme centro comercial de concreto construido en la década de 1960, Broadmarsh, en un refugio para la vida silvestre.
Con la gran mayoría de la población del Reino Unido viviendo en áreas urbanas (84% en 2019, y ese número va en aumento), los beneficios bien documentados de los espacios naturales en el bienestar humano forman un elemento importante de los planes de Broadmarsh. Se sabe que el tiempo pasado en la naturaleza reduce la presión arterial y el estrés, además de mejorar la función del sistema inmunológico.
En Londres, también, los deseos de los habitantes de las ciudades de forjar mayores conexiones con la naturaleza están dando como resultado modestos esfuerzos de reconstrucción urbana.
Desde 2000, la ciudad ha emprendido la remoción de más de 20 millas de túneles de concreto de sus vías fluviales e introdujo plantaciones nativas a lo largo de sus márgenes.
Según Thames21, que ayuda a administrar los ríos de la ciudad, el trabajo de restauración ha ayudado a aumentar los avistamientos de martines pescadores en un 450%, así como a aumentar el número de otras especies de aves y murciélagos.
También hay planes para reintroducir ratones de agua en un afluente del río Támesis después de que fueran declarados localmente extintos (el último avistamiento oficial fue en 2017). El proyecto está dirigido por Citizen Zoo, una empresa social que tiene como objetivo restaurar la biodiversidad y reconectar a las personas con el mundo natural.
Igualmente las ciudades alemanas de Hannover, Frankfurt y Dessau colaboran desde 2016 en un proyecto de reconstrucción llamado Städte wagen Wildnis (Cities Dare Wilderness). Las autoridades han reservado parcelas de espacios verdes urbanos, como parques y sitios de edificios antiguos, con un enfoque en la creación de prados de flores silvestres para aumentar la diversidad de plantas y atraer polinizadores, así como hacer que las ciudades sean más habitables para los residentes humanos.
El proyecto ha reportado aumentos en la cantidad de aves, erizos, mariposas y abejas, y las autoridades dicen que los prados son más tolerantes a la sequía que los céspedes cortos que reemplazaron.
Del mismo modo, el ayuntamiento de Dublín redujo la siega y el uso de herbicidas en sus parques y bordes de carreteras como parte de su Plan de acción de biodiversidad 2015-20 para permitir que las plantas nativas florezcan.
Por su parte Madrid ya lleva meses desde que arrancó un proyecto de transformación del perímetro urbano con la construcción del Bosque Metropolitano, una corona forestal que conecta las áreas naturales protegidas de El Pardo, al norte, con los cursos bajos del Manzanares y el Jarama, al sureste.
Mientras tanto, en Barcelona, los bloqueos por coronavirus han recibido el crédito de un aumento en el apoyo público a los planes de reconstrucción urbana del ayuntamiento. Las propuestas incluyen la instalación de unas 200 torres de anidación para murciélagos y aves como el vencejo alpino y el colirrojo, así como 40 colmenas y planes de plantación diseñados para atraer insectos.
Redacción
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