Como fuente de inspiración y movilización, el feminismo ofrece las herramientas para trazar los contornos de un nuevo momento emancipatorio e inventar un poder más preocupado por los demás.
La pandemia refuerza la importancia de aprehender en la sociedad desde una perspectiva de género y enfrentar la dimensión estructural de género de la violencia sexual, física, pero también social, económica y simbólica.
Así lo considera Marie-Cécile Naves, directora del Observatorio francés “Género y geopolítica” del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris), que publica “La démocratie féministe. Réinventer le pouvoir” (Democracia feminista. Reinventar el poder).
El poder, en las esferas política, económica y mediática, si bien permanece profundamente excluyente, se priva de habilidades, de opiniones sobre el mundo y corre el enorme riesgo de ineficacia y desconfianza.
En los Estados Unidos, Joe Biden, quien debe gran parte de su victoria al activismo de base, especialmente al feminista, se está preparando para nombrar a muchas mujeres y personas de todos los orígenes como ministros y altos funcionarios.
La autora muestra la necesidad de una nueva forma de poder, basada en la cooperación y la responsabilidad colectiva. Según ella, el feminismo es necesario para la renovación democrática.
“La democracia feminista es el antídoto para los regímenes autoritarios y nacional-populistas” asegura Naves.
Por ello la autora reivindica visibilizar más los liderazgos femeninos en la cumbre del poder que se oponen la masculinidad hegemónica de poder dominante.
Elogia especialmente a la primera ministra de Nueva Zelanda “Jacinda Ardern demuestra que se puede construir un liderazgo combativo, ofensivo, pero que también puede basarse en la compasión y la empatía, no solo en la crisis del covid-19, sino también en la lucha contra las armas de fuego y en el hecho de que coloca los 17 objetivos de desarrollo sostenible en el centro de su agenda.
Si bien hoy lamentamos con covid-19 un aumento de la depresión del malestar, podríamos tomar el ejemplo de Jacinda Ardern, que hace del bienestar de sus conciudadanos el centro de gravedad de un determinado número de decisiones: aumento del gasto público en salud mental, aumento de las políticas públicas dirigidas a las poblaciones indígenas, lucha contra la pobreza infantil y la violencia familiar o patriarcal”.
A su vez puntualiza que hay que evitar la trampa esencialista, pues no se debe decir que hay un poder femenino en esencia y un poder masculino en esencia.
“No se trata absolutamente de eso, sino de promover una agenda que lleve acto de las necesidades de todos, así como una forma de gobernar que no cede a la trampa de la dominación, que se apoya en la habilidad de todos y cada uno”.
Marie-Cécile Naves es socióloga y politóloga. Directora del Observatorio francés “Género y geopolítica” del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris).
Redacción
En Positivo
Leer más:
100 mujeres influyentes en el mundo en 2020
Medicina sin carencias para tratar a las mujeres, por Carme Valls
Las mujeres negras que han puesto sus ojos en la Casa Blanca. Sharon Austin