En la época del Coronavirus los saludos ya no son por apretones de manos, ni abrazos, ni besos en la mejilla. La recomendada distancia social imposibilita cualquier acercamiento a personas ajenas a nuestra reducida burbuja social (a los sumo de seis personas).
El instinto te invita a estrechar la mano, pero sabes que este gesto que antes era automático, ahora no es posible. Lo sustituye un asentimiento de cabeza o un “golpe de codo” como gesto simpático para soliviantar la pandemia.
En estos tiempos extraños resulta paradójico que el no besar, ni abrazar ni tocar sea la mayor muestra de amor y aprecio a nuestros seres queridos y conocidos. Todo para evitar los riesgos propios y ajenos de contraer el Covid-19.
Antes de la pandemia, podíamos pensar que los rituales de encuentro y despedida tomaban demasiado tiempo (especialmente con las salidas en grupo). Y ahora, sin embargo, lo extrañamos. Porque el saludar o despedirse sin un beso o un abrazo no es lo mismo.
Esta pandemia sin contacto nos provoca más hambre de piel. El usar el tacto nos ayuda a conectar de tantas maneras con otros seres humanos: para aliviar las penas, para sorprender, expresar afecto o amor.
Como seres sociales que somos el calor humano es muy importante. Nuestro primer contacto con la vida es el abrazo de la madre y esos cuidados siguen siendo solicitados durante la niñez y continúan en la vida adulta.
Numerosas investigaciones recuerdan que el contacto piel a piel desde el nacimiento permite que los bebés desarrollen sus sentimientos y habilidades sociales desde una edad temprana, y reduce el estrés tanto para la madre como para el bebé.
El gesto de abrazar a alguien no es solo cultural en muchos países, sino además tiene efectos benéficos en la mente y cuerpo al liberar la hormona llamada oxitocina. Esta hormona favorece la unión, reduce el estrés y puede reducir la presión arterial, entre otros beneficios.
Este mismo año un estudio por un equipo de psicólogos, dirigido por el profesor Michael Banissy de la Universidad Goldsmiths de Londres, probó las actitudes positivas relacionadas con el tacto.
De acuerdo a los resultados de este estudio The Touch Test, a casi 40.000 personas de 112 países diferentes, las personas que dijeron que habían sido tocadas más recientemente tenían niveles más altos de bienestar en promedio y niveles más bajos de soledad.
En estas fiestas de Navidad condicionadas por el recogimiento tendremos que abrazar más si cabe, por los que no están presentes y por los que sí lo están y tenemos la suerte de acompañarnos.
Y si no quedara en algunos casos más remedio que pasar en soledad hay un ejercicio básico pero satisfactorio; imaginar el último abrazo que tuvieron y envolver los brazos a modo de auto-abrazo. Porque si algo hemos aprendido de esta pandemia es a saber querernos, también a nosotros mismos.
Y en nuestro caso y como regalo para nuestra audiencia, que sirva de lectura reconfortante un reportaje especial que hemos preparado con todo el cariño.
En las Miradas positivas del 2020 ponemos en valor aquellos hechos, tendencias y experiencias positivas que habiendo ocurrido durante el 2020 y que dadas las circunstancias, pueden pasar desapercibidas.
Tenemos la suerte de haber contado con la participación en exclusiva de personas destacadas de nuestra audiencia, de diferentes ámbitos y que hemos seleccionado de entre todas las propuestas que nos han llegado.
Estas miradas positivas ofrecen un valioso testimonio de contribución a la sociedad, catalizando todo lo bueno que existe pero no siempre tiene visibilidad.
El compartirlo con allegados y conocidos puede ser motivo para hacer las paces con este 2020 – que al fin y al cabo nos esta dejadondo lecciones y aprendizajes – y abrazar con más felicidad el tan esperado 2021.
Abrazos virtuales, miradas positivas, felices fiestas y mejor año !!!
Jorge Dobner
Editor
En Positivo
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