miércoles, 29 noviembre 2023

EE.UU, entre el fango y la ilusión de cambio. Jorge Dobner

El bueno de Bernie Sanders, senador demócrata por el estado de Vermont y contrincante de Joe Biden en las que fueron primarias de su partido, ya advirtió hace unas semanas de la situación en la que ahora se encuentra EE.UU.

“Por razones que no tengo tiempo de abordar esta noche, sospecho que tendremos una situación en estados como Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, donde se recibirán grandes cantidades de votos por correo. A diferencia de estados como Florida o Vermont, ellos no son capaces, por malas razones, de empezar a procesar esas papeletas hasta el día de las elecciones, cuando los centros cierren. Eso significa que tendrás estados lidiando con quizás millones de votos por correo”.

“Y aquí está el temor -y espero que todos lo escuchen-, bien podría ser que a las 10 de la noche del día de las elecciones Trump esté ganando en Michigan, en Pennsylvania, en Wisconsin, y aparezca en televisión y diga: ‘Gracias estadounidenses por reelegirme. Se acabó, que tengan un buen día’. Pero, al día siguiente, todos esos votos por correo comiencen a ser contados y resulte que Biden ganó esos estados. Y en ese momento Trump diga: ‘¿Vieron? Les dije que todo era fraudulento. Les dije que esos votos por correo estaban manipulados. Y no vamos a dejar el cargo’”.

Como una predicción cada una de sus palabras se está cumpliendo dejando a este país en una situación muy delicada. Por si fuera poco la también política y ex secretario de Estado, Hillary Clinton, retrató incluso hace cuatro años las tácticas que ahora exhibe Donald Trump y que en su tiempo apenas se le dieron importancia.

“Cada vez que Donald piensa que no van en su dirección, reclama lo que sea que esté amañado en su contra. Perdió el caucus de lowa. Perdió las primarias de Wisconsin. Dijo que las primarias republicanas estaban amañadas en su contra.

La universidad de Trump es demandada por fraude y crimen organizado: él afirma que el sistema judicial y el juez federal están manipulados en su contra. Incluso hubo un momento en que no consiguió un Emmy por su programa de televisión tres años seguidos y empezó a tuitear que los Emmys estaban amañados en su contra”.

Con estos precedentes es difícil de creer alguna vez a un Donald Trump que alega – aun sin haberse contabilizado todos los votos – fraude electoral y al mismo tiempo se autoproclama ayer vencedor de las elecciones de EE.UU cuando había estados que apenas habían comenzado el recuento de las papeletas.

Esta frivolidad ha puesto entre las cuerdas a las instituciones estadounidenses y su legitimidad democrática, lo que supone un grave daño para un país que dice amar y más parece que desprecia como un juguete.

Por supuesto, cualquiera de los candidatos como ya ocurriera en alguna elección anterior tienen derecho a pedir recuento de los votos si el margen como se está dando en bastantes estados es corto.  Pero sus acciones contradictorias y erráticas ponen en evidencia que se trata de más de una estrategia de desprestigio al estilo populista que de buena intención.

De lo contrario Trump pediría el recuento en aquellos estados donde los márgenes son frágiles pero han decaído a su favor y  hubiera mostrado más prudencia y respecto a la democracia en vez de autoproclamándose vencedor cuando muchos estados apenas tenían un bajo porcentaje de recuento.

Cabe recordar que durante toda la campaña electoral se mostró muy beligerante contra la posibilidad de votar por correo, intentando sabotear por todos los medios esta posibilidad, que desde hace elecciones se viene implementando y que en plena pandemia cobra más sentido para aquellos que no se pueden desplazar a sus colegios electorales.

Luego no es de extrañar que la mayoría de votantes por correo se hayan decantado por la opción demócrata cuando Trump intentó por todos los medios que dichos electores no votaran a través de este medio.

El daño está hecho, y pasé lo que pasé Trump ha convertido un acto de la democracia en su festival del esperpento. Cualquiera más inteligente y con mínimo sentido de estado se hubiera esperado a terminar un recuento electoral que va para largo y que de forma legítima puede ganar cualquiera de los dos candidatos. Y una vez terminado si hubiera alguna prueba fehaciente presentarla en un juzgado.

En el partido republicano algunos de los senadores ya han puesto en cuestión las formas de Trump que se ha saltado el respeto institucional. No en vano, la viuda de McCain, héroe republicano, pidió como un acto sin precedentes el voto para Biden.

Y es que no todo vale en política y Trump parece dispuesto a todo, primero arrastrando al partido republicano, luego al pueblo de EE.UU y ahora a sus instituciones

A pesar de las afrentas, contrasta la actitud más prudente de un Joe Biden que sigue pidiendo contar cada voto, porque todos cuentan e intenta lanzar un mensaje de unidad para con los americanos “Para progresar, debemos dejar de tratar a nuestros oponentes como enemigos. No somos enemigos”.

El mundo mira el desenlace de la primera potencia del mundo. Estados Unidos se debate entre el fango y la ilusión de cambio.

 Al mismo tiempo los personajes que han replicado en otros países este modelo pernicioso de populismo tóxico pueden también recibir su correctivo (Trump, Johnson, Bolsonaro, Maduro, Cristina Kirchner, Santiago Abascal, Erdogan y otros muchos).

El trumpismo es una amenaza para la democracia a todos sus niveles pues su influencia marca la polarización de las sociedades y la supresión de los espacios de entendimiento entre diferentes.

La estrategia de contaminación de la que Trump puede resultar o no victorioso, será definitiva para que los populistas de otros frentes moderen mínimamente las formas y vean que su mensaje no llega por fin con tanta fuerza.

Por demasiado tiempo la ciudadanía ha vuelto a escuchar los cantos de sirena de personajes que solo buscaban su rédito personal a costa de la división y enfrentamiento de la ciudadanía.

Jorge Dobner
Editor
En Positivo

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