Cada búsqueda en Google, cada descarga de aplicaciones o archivos en la red es el siguiente paso para el rastreo de los datos que quedan registrados. No tardarás en recibir sugerencias y publicidad relacionada con tus búsquedas más populares.
El uso de las redes nos otorga una libertad aparente, con un solo él clic tienes delante de ti la información que desees, pero desdeñamos que somos observados y monitorizados a cada paso dado.
Hoy los datos son una mina de oro y las empresas tecnológicas compiten por acaparar los datos de los usuarios. A más datos, más información y más capacidad de persuasión, de atención y compra de productos.
Hoy ya conocemos su nombre que se ha popularizado.
Se llama el “capitalismo de vigilancia” que en 2014 acuñara la psicóloga social Shoshana Zuboff y ue se refiere a la mercantilización de datos personales, es decir, en la transformación de información personal en una mercancía sujeta a la compraventa con fines de lucro.
“Expolia a las personas. Más aún: somos su materia prima. Destruye la naturaleza interna, la nuestra, la naturaleza humana” ha llegado a decir Zuboff.
Ahora el documental de ‘Netflix’ “El dilema de las redes” analiza cómo Facebook, Twitter, Instagram… supervisan todo lo que hacemos y condicionan nuestro comportamiento. Irónicamente Netflix también se hace valer de ese poderoso sistema de algoritmos para satisfacer a sus clientes.
Esta película híbrida documental-drama dirigida por Jeff Orlowski logra entrevistar a los cargos más importantes en la historia reciente de las redes sociales. Todos ellos han sido ejecutivos en Silicon Valley: Tristan Harris, exdiseñador ético de Google; Jeff Seibert, exdirector de producto de Twitter; Bailey Richardson, miembro del equipo fundador de Instagram…
“Es fácil pensar que solo convencen a unos pocos estúpidos, pero el algoritmo es cada vez más inteligente. Hoy te convencen de que la tierra es plana, pero mañana te convencerán de otra falsedad”, argumenta Guillaume Chaslot, ex encargado de trabajar en las recomendaciones de YouTube.
También a esos hijos, nativos digitales, que no pueden desconectar su mente de las redes y que alerta sobre los efectos nocivos que las plataformas digitales están teniendo sobre nosotros.
Todo empieza por ser conscientes de esta problemática para ponerle solución. Desde la presión de los consumidores para que su intimidad no sea invadida y la valentía de las instituciones para regularizar las acciones de estas empresas tecnológicas.
En sí el uso de las redes sociales, no es malo, pero como todo un uso indebido, descontrolado y sin protección tiene sus negativos efectos sociológicos.
“Al capitalismo industrial hubo que ponerle coto en su día: derechos de los trabajadores, sindicatos, horarios laborales, salarios mínimos, prohibición del trabajo infantil… Fueron necesarias décadas de lucha social y política para alcanzar esos logros. Vamos a tener que retomar de nuevo esta tarea, este proceso de domesticación, hacerlo a través de la presión democrática y con total determinación” advierte Zuboff.
Redacción
En Positivo
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