La pandemia nos ha sumido en la incertidumbre del no saber cómo actuar ante el futuro, por si alguna vez lo supimos de antemano. Lo desconocido de la evolución de la Covid-19, de la consecuente crisis socioeconómica, sus efectos a nivel personal y colectivo, del hallazgo de una vacuna efectiva y con total garantías sanitarias…el miedo se convierte en el peor enemigo.
Más preciso sería hablar de una época de transiciones entendiendo según su definición de la RAE como “la acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. El viaje iniciático del héroe, aquí cada uno de nosotros, emprende el camino del mundo ordinario al mundo especial.
Recientemente me recomendaron el nuevo libro del americano y televisivo Bruce Feiler “Life Is in the Transitions” (La vida está en las transiciones: dominar el cambio a cualquier edad).
Como se indica en este libro la vida nunca es el camino lineal que podríamos esperar o querer que sea. Siempre vamos a tener interrupciones.
Lo que ha cambiado es el número de interrupciones que está aumentando. Dentro de un nivel de vida frenético, también condicionado por acontecimientos externos, las transiciones se convierten en algo cotidiano. Y es mejor que lo aprendamos cuanto antes.
En nuestro mundo transitorio, es posible que nos hayamos mal acostumbrado con demasiada facilidad a este sentido de permanencia tan deficiente.
Nuestras vidas son completamente cambiantes. Como parte del proceso humano nuestras mentes, nuestros cuerpos y nuestras propias almas cambian con el tiempo. Nosotros también cerramos tarde o temprano el ciclo de la vida.
Al margen de las diatribas de nuestros desafíos individuales, el destino ha querido que en este momento también queden alineados de una u otra forma y de manera más ostensible el destino del colectivo, el pasar por una transición de la humanidad. Y a pesar de las dificultades es nuestra decisión el cómo transitarla: en lo que queremos forjarnos como individuos e impregnar a la sociedad.
Podemos sucumbir al miedo de aquellos que lo alimentan para sus intereses populistas o vencerlo unidos haciéndonos más humanos, conectando con los demás y con nosotros mismos.
La clave para atravesar estas transiciones y los cambios más grandes que Feiler llama “terremotos” más fuertes que antes es utilizar el tiempo de interrupción para conectarse con el núcleo de lo que somos.
También para ver el lado bueno como periodos de terreno fértil donde desarrollar la creatividad, como siguieron y siguen los artistas e intelectuales donde la creatividad florece en el aislamiento y la desconexión.
La capacidad para que en esta transición hasta llegar al destino favorable parte de armarnos de las herramientas emocionales necesarias, que incluye aceptar la situación que vivimos, marcar el cambio, deshacerse de las viejas formas, crear nuevos puntos de venta, compartir la transformación y desvelar nuestro nuevo yo.
Algo es seguro: la vida en los próximos años sabemos que será diferente y ahora estamos por definirla.
Nuevos modelos convergen hacia un crecimiento económico más sostenible, menos desigual, más resiliente y eficiente. La transición ecológica toma forma, amplía la digitalización, se camina hacia conseguir un territorio rural inteligente y crece la conciencia en modelos de consumo y en este mundo que es perecedero, y por tanto debemos cuidar.
Mientras, aceptemos que la vida esta en las transiciones.
Jorge Dobner
Editor
En Positivo