La efectividad de las mujeres líderes en el manejo de la crisis COVID ha recibido mucha atención de los medios. Los datos muestran que los resultados del Coronavirus son sistemáticamente mejores en países liderados por mujeres.
En especial se destaca el trabajo de las presidentas de gobierno de un conjunto de países (Alemania, Nueva Zelanda, Taiwán, Dinamarca, Noruega, Islandia y Finlandia) que a pesar de la gravedad de la situación han logrado tasas más bajas de infección y mortalidad.
El 8 de junio de 2020, Nueva Zelanda fue declarada libre de virus y la Primera Ministra Jacinda Ardern levantó todas las restricciones, excepto los estrictos controles fronterizos. Con menos de 500 casos confirmados y siete muertes por el virus, Taiwán, bajo la presidencia de Tsai Ing-Wen, se desempeñó muy bien. Igualmente A Alemania bajo Angela Merkel le ha ido mejor que a la mayoría de los países europeos en el primer trimestre de la pandemia de COVID y cuando se producen rebrotes lleva una gestión más eficiente que los países vecinos.
Un reciente estudio sobre el liderazgo de género en la lucha contra la pandemia (Garikipati y Kambhampati 2020), evidencia las diferencias significativas en los resultados de COVID de los países liderados por hombres y mujeres en el primer trimestre de la pandemia.
Se confirma que los países liderados por mujeres les ha ido mejor en términos del número absoluto de casos y muertes de COVID-19, y los países liderados por hombres tienen casi el doble de muertes que los liderados por mujeres.
Algo más reseñable si se contabiliza en el mundo solo 19 países liderados por mujeres en comparación con los 174 de nuestra muestra dirigidos por hombres.
Ellas fueron las que realizaron las intervenciones más tempranas y audaces, adoptaron políticas flexibles y pragmáticas y priorizaron la seguridad humana. En su rol de liderazgo ellas mostraron más aversión al riesgo sobre los efectos de la Covid-19 mientras que otros gobernantes masculinos como Jair Bolsonaro de Brasil y Donald Trump han exhibido comportamiento y gestión negligente.
A las mujeres les cuesta menos organizar procesos colectivos de toma de decisiones, y delegar responsabilidades a nivel local. Demuestran más empatía y son ejemplares en las medidas de seguridad para dar ejemplo a sus conciudadanos.
Asimismo los estilos de comunicación claros y decisivos adoptados por varias mujeres líderes han recibido muchos elogios en la crisis actual.
A través de su buena gestión postulan un modelo alternativo de gobernanza desde un enfoque feminista basado en los principios de cooperación, seguridad humana, pragmatismo, transparencia, diversidad e inclusividad para guiar la respuesta colectiva.
De seguir el ejemplo de esta gestión seguramente a nivel global se hubieran minimizado las consecuencias y existen hipótesis sobre ello.
Bajo este escenario alternativo, a fines de 2019, cuando se identificó la covid19 por primera vez, el Consejo de Seguridad de la ONU la habría declarado como una amenaza para la paz internacional y la seguridad humana. El Consejo habría llevado a China, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros expertos internacionales a sus cámaras para compartir información de forma transparente sobre el virus, y luego habría transmitido esta información a organismos regionales, a otros gobiernos y a actores de la sociedad civil. Es decir la reacción hubiera sido más temprana.
También a la priorizar la seguridad humana, las métricas de respuesta y recuperación habrían incluido no solo datos sanitarios en bruto y medidas económicas, sino también un índice más amplio de necesidades de seguridad humana.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, adoptados por unanimidad en 2015, habrían proporcionado un marco para garantizar que se prestara atención a 17 medidas de bienestar que van desde la seguridad alimentaria y sanitaria hasta la protección del clima y el empoderamiento de las mujeres. Estas métricas podrían haber guiado los paquetes nacionales de estímulo fiscal, asegurando que los billones de dólares repartidos no solo se enfocaran en métricas tradicionales de crecimiento económico —incluido el PIB, el desempleo y el índice Dow Jones—, sino que fomentaran un desarrollo humano global transformador.
La pandemia sigue entre nosotros, pero estar atentos a las políticas que implementan las líderes que ya han demostrado solvencia, es un salvavidas para el resto de países.
Redacción
En Positivo
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