domingo, 02 abril 2023

Tenemos que decidir quién queremos ser. Jorge Dobner

Los vídeos del asesinato de George Floyd el 25 de mayo a manos de un policía conmocionaron al mundo entero por su crueldad mientras pedía auxilio al no poder respirar. Detonante para una oleada de protestas no solo en EE.UU sino en todo el mundo.

Estados Unidos vive un momento de tensión racial que parece haber abierto antiguas heridas que quizá nunca se cerraron del todo. Por la sucesión de casos de maltrato policial a personas de raza negra, pero también por las desigualdades estructurales entre blancos y negros.

No fue hasta el año 1967 cuando se legalizó el matrimonio interracial en Estados Unidos y consideró inconstitucionales las leyes “anti-miscegénicas”, y es solo una muestra de que los avances se han conseguido con lentitud.

Aún hoy, según el Centro de Investigación Pew, en promedio los negros tienen el doble de probabilidades de ser pobres o de estar desempleados que los blancos. Las familias afroestadounidenses ganan poco más que la mitad de lo que ingresan las blancas.

Por todos estos antecedentes existe un juicio muy retrasado con el racismo. Solo se exige la igualdad de oportunidades reales para que la raza – en este caso – , pero también otros factores como la sexualidad o el género no sean impedimento de alcanzar un mismo lugar en la sociedad.

Tampoco han ayudado los desafortunados gestos del actual presidente, Donald Trump, retuiteando mensajes de ‘White Power’ como ejemplo de supremacía blanca.

Su competidor en la carrera presidencial, el demócrata Joe Biden promete “escuchar el dolor” del país, afrontar el “racismo estructural” y crear un organismo de supervisión de la policía.

A medida que se sigue luchando contra la injusticia racial sistémica, se recuerda que crear un cambio a largo plazo implica escuchar y aprender de quienes nos rodean, así como de quienes nos precedieron.

Son muchos los modelos inspiradores que en estos momentos sirven de ejemplo por su legado (el activista contra el apartheid Nelson Mandela, también Martin Luther King, Rosa Parks, la educadora Septima Poinsette Clark, el antropólogo Lévi-Strauss…).

Pero el verdadero cambio a nivel sistémico tendrá que incluir el cambio a nivel personal. Tenemos que decidir quién queremos ser, no solo colectivamente, sino como individuos. Y tenemos ese poder. El cambio real debe basarse en la creencia de que las personas pueden ser mejores.

La bondad comienza con pequeños pasos que hacemos personalmente y luego se convierte en una participación más intensa, contagiando a otros ciudadanos a hacer lo propio.

A nivel gubernamental son muchas las soluciones que se pueden poner en práctica para favorecer una cohesión social real que garantice una convivencia cívica.

Es el caso de la segregación racial en las escuelas que oficialmente es ilegal en Estados Unidos desde 1954, pero en la práctica, continúa dándose en buena parte del país.

De nuevo se reabre el debate en torno a la necesidad de crear escuelas más diversas y con oportunidades para todos. Favorecer la convivencia sin discriminación desde niños es la herramienta más útil para evitar la perpetuidad de los problemas estructurales.

Unidos en la diversidad siempre somos más fuertes.

Jorge Dobner
Editor
En Positivo

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