A partir de la crisis mundial del Coronavirus está viéndose un cambio de conciencia acerca de acelerar los necesarios cambios en la sociedad. Por motu propio en la reflexión del confinamiento y a la vez condicionado por un contexto de incertidumbre.
Durante esta semana se constata la influencia que están teniendo los filósofos para desde su punto de vista pensar sobre lo que nos acontece y el mundo que queremos construir para afrontar la crisis.
Es el caso del filósofo bilbaíno Daniel Innerarity quien desde su análisis aborda en el libro ‘Pandemocracia’ (Xavier Cervera) los errores cognitivos cometidos durante esta pandemia mundial.
Deberemos convivir con la incertidumbre, más si cabe, construyendo la propia paz interior y siendo resilientes.
La pandemia ha enseñado las costuras del sistema en mundo de por sí complejo en el que interfieren muchos intereses, también contrapuestos. Según Innerarity el camino para prosperar pasa por avanzar, dice, en la gobernanza global.
Precisamente desde hace tiempo el filósofo ahonda en este concepto de gobernanza, entendido como un cambio profundo en la acción social y las formas de gobierno de las sociedades contemporáneas, que deben resituarse en medio de un ámbito, no exento de tensiones, configurado por el estado, el mercado y la sociedad, y en un contexto marcado por la globalización, la europeización y la interdependencia.
Con paralelismos a la crisis del 2008 cree ciertas similitudes sobre errores que no se deberían haber repetido “Se explicó la crisis del 2008 a partir de comportamientos individuales, gente que vivía por encima de sus posibilidades o banqueros estafadores, y no de fallos sistémicos. Y en la actual pandemia el abordaje a nivel europeo fue al inicio muy claro: el esquema explicatorio de irresponsabilidad financiera de ciertos países, como si que el coronavirus haya tenido especial incidencia en los países del sur tuviera que ver con algún problema moral de mal comportamiento”.
Como en otros momentos de crisis en la historia el filósofo cree “No se acaba el mundo, pero sí un mundo de certezas, individuos autosuficientes, varones, por cierto, y de comportamientos estancos”.
Por eso es tan importante no calcar comportamientos pasados y dar opción a nuevas ideas en conjunto “Entramos en un espacio que da vértigo pero nos obliga a una evolución del pensamiento. Primero, a una revolución en los conceptos para comprender la sociedad, que aún son newtonianos. Y segundo, a cambios en nuestra manera de entender nuestras interacciones. Debemos pensarnos más como sujetos que se protegen colectivamente de riesgos muy diferentes a los de la sociedad industrial y que deben entrar en lógicas de poder más cooperativas y menos competitivas”.
Estos cambios sistémicos se producirán de forma satisfactoria siempre y cuando se provoque una transformación radical de la política, haciéndola más compleja, inteligente y profunda.
Volviéndola a pensar en un contexto caracterizado por una triple complejidad: la que procede del creciente número de actores que participan en ella de manera interdependiente, la de las lógicas (eficacia, legitimidad, solidaridad, prevención) y los tiempos (financiero, constitucional, comunicativo, medioambiental) que deben ser tenidos en cuenta y la legitimidad que se deriva de los conocimientos que hay que movilizar para tomar las decisiones oportunas.
Por eso cuestiona que en estos momentos desde ciertos grupos políticos se incentive una narrativa bélica “La sospecha de que el confinamiento es una represión injustificada de la libertad como si no hubiera un riesgo fuertísimo fuera. La derecha en España tiende a pensar hoy que las libertades individuales sólo son reales cuando se sustraen de lo común y es una idea muy perversa”.
Redacción
En Positivo
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