Gracias al éxito alcanzado por “El capital en el siglo XXI” (2013), el economista Thomas Piketty ha podido acceder a fuentes fiscales e históricas que diferentes gobiernos se negaban ofrecer hasta ahora. A partir del estudio de estos datos inéditos, el autor propone una historia económica, social, intelectual y política de la desigualdad, desde las sociedades estamentales y esclavistas hasta las sociedades postcoloniales y hipercapitalistes modernas, pasando por las sociedades colonialistas, comunistas y socialdemócratas.
De este análisis se desprende una conclusión importante: la desigualdad no es económica o tecnológica, es ideológica y política. Dicho de otro modo, las ideas y las ideologías cuentan en la historia.
En su último libro “Capital e ideología” vuelve analizar el panorama económico-político actual para presentar las claves que lo definen y las expectativas de futuro que se presentan, considerando los acontecimientos de los últimos años.
Dentro del ciclo “Ideas y conceptos para el tiempo presente”, inaugurado en el El Palau Macaya de ”la Caixa” en Barcelona , se ha celebrado una interesante conversación entre Thomas Piketty y el periodista Josep Ramoneda al cual hemos asistido.
En la línea de su pensamiento el economista se muestra convencido de que es posible superar el capitalismo y construir una sociedad justa basada en el socialismo participativo y en el federalismo social, y expone su propuesta en esta ambiciosa obra.
Uno de los momentos más debatidos en este encuentro ha sido cuando el exeurodiputado Ramon Tremosa le ha preguntado por el movimiento independentista. Al respecto Piketty ha contestado que los soberanistas tienen que explicar si apuestan por un impuesto europeo federal, similar al que hay en Estados Unidos y que sirva para redistribuir la riqueza entre los países miembro, o prefieren convertirse en “otro Luxemburgo en Europa” y funcionar como un paraíso fiscal.
No en vano en su último libro el francés propone un programa de “socialismo participativo” que pueda responder a los principales desafíos políticos de nuestro tiempo: el ascenso de las desigualdades sociales vinculadas a la “mundialización” neoliberal; el descrédito del proyecto socialista consecuencia de la experiencia de la antigua URSS y sus regímenes emparentados; la incapacidad en la que se encuentran hasta ahora la izquierda norteamericana y de Europa occidental: demócrata, laborista, socialdemócrata, para superar este doble desafío: sea el ascenso de los movimientos nacionalistas o “populistas” por todo el mundo.
“Basándome en experiencias históricas disponibles, estoy convencido en que es posible superar al sistema capitalista actual y diseñar los rasgos de un nuevo socialismo participativo para el siglo XXI; es decir, una nueva perspectiva igualitaria de alcance universal, fundada en la propiedad social, la educación y compartir los saberes y los poderes” explica en el libro.
Este socialismo participativo se articularía en dos pilares: 1) la propiedad social y la división de los derechos de voto en las empresas 2) mediante la propiedad temporal y la circulación de capital.
La “propiedad social” consistirá en conceder a los asalariados (o sus representantes), luego los trabajadores se convertirían en accionistas asalariados.
De esta forma la propiedad privada dejará de ser permanente y pasará a ser temporal; en caso de que una persona acumule más del límite se verá obligado, a devolver a la sociedad, una parte más o menos importante de la riqueza que haya podido acumular.
Redacción
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