La humanidad está entrando en una fase sin precedentes en su evolución, tanto por la nueva forma en que ve su pasado como por sus preguntas sobre su futuro y la forma en que se dan respuestas.
Este doble cambio de perspectiva que surgió desde el comienzo del siglo XXI es tanto la revelación que traen los nuevos fósiles y la paleogenética como la revolución digital a escala mundial, en un contexto en que el cambio climático exige una reformulación del sistema.
¿Puede nuestra especie Homo sapiens adaptarse a las consecuencias meteóricas de su éxito durante 40,000 años y su amplificación sin precedentes en medio siglo? Cuanto más exitosa es una especie, más debe adaptarse a sus consecuencias, y estamos en ese contexto decisivo de adaptación.
¿Esta asombrosa adaptabilidad de los hombres durante más de un millón de años servirá a nuestra adaptación en un mundo urbanizado, conectado, contaminado y con ecosistemas complejos?
Esta es la reflexión entre contradicciones del nuevo ensayo del antropólogo francés, Pascal Picq, autor de ‘La nueva era de la humanidad’ (Libros de Vanguardia), que analiza los retos, éticos y sociales, de la robotización, la prolongación de la vida, la manipulación genética, la inteligencia artificial o el ‘big data’.
El reciente descubrimiento en Botswana sobre el origen del ‘Homo sapiens’ es un paso más para redescubrir nuestra evolución, y confirma que el origen de todas las poblaciones humanas actuales está en África, por diversas razones.
“Es allí hay la mayor diversidad genética de nuestra especie actual y fue allí también donde surgieron las primeras poblaciones que se separaron y que luego se convertirían en nosotros, los europeos, los chinos, etcétera” explica Picq.
A su juicio uno de los grandes temas que debemos afrontar como especie es la la desaparición de la sexualidad para la procreación y la bajada de la fecundidad. Todo cuando hay una incertidumbre de de que se llegue a 9.000, a 10.000 millones de humanos sobre la Tierra en el 2050, pero no estamos seguros de que la especie humana sea capaz de garantizar su futuro en términos de demografía.
En una sociedad cada vez más determinada por las nuevas tecnologías, los seres humanos se enfrentan a nuevos tipos de relación con los robots. Lo cual genera debates intensos, sobre todo porque es una cuestión ineludible.
“La relación con las máquinas es muy importante porque las culturas miran a los animales como miran a las máquinas. En Francia somos muy cartesianos y dualistas. Hay el hombre, hay el animal; hay la cultura, hay la naturaleza. Tenemos el mismo debate sobre la inteligencia artificial. Algunos filósofos dicen que no existe”.
Según su opinión esta coexistencia de inteligencias puede servir como oportunidad y no necesariamente amenaza si se gestiona adecuadamente.
Tal y como argumenta el antropólogo “Yo estoy a favor de una antropología de las inteligencias, tanto animales como artificiales. Existe ya la convergencia entre la medicina humana y la veterinaria. ¿Ha oído hablar de los gemelos digitales? Ya está en la industria. En los próximos diez años podrá tener su cuerpo totalmente digitalizado para poder comprobar el efecto de los medicamentos, de las operaciones”.
La idea de los transhumanistas, al principio, era que, gracias a la cultura, la ciencia y la educación podíamos hacer avanzar nuestra sociedad para que expresara potencialidades inéditas. Lograr la sinergia de todas estas potencialidades puede funcionar de nuevo para seguir evolucionando como especie.
Redacción
En Positivo
Leer más:
El desafío de la inteligencia artificial por Steven Pinker