miércoles, 29 noviembre 2023
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Violencia machista, un tema prioritario de educación. Jorge Dobner

“El día de hoy marca el fin de la violencia machista” sería el titular deseado para abrir todos los noticieros de esta lacra social que no cesa las muertes de mujeres a manos de sus parejas.

Frente a estos hechos nos cuestionamos como reconducir la indignación en acciones eficaces; mucho antes del asesinato de una sola mujer, de llegar al maltrato físico, del maltrato psicológico. El conato de violencia simbólica y/o verbal debería activar un protocolo automático de prevención con una respuesta unánime.

La complejidad de un problema arraigado exige abordarse desde una perspectiva múltiple, pero es en la prevención donde las generaciones presentes y futuras construirán una sociedad más avanzada e igualitaria.

No hay que negar que en los últimos años la visibilidad y toma de conciencia sobre esta problemática ha supuesto un paso hacia delante. La violencia machista ya no es una cuestión del espacio privado sino de la esfera pública.

Mientras que en el s. XXI ciudadanos de toda índole se unen para rechazar de plano la violencia machista, sólo un siglo atrás todavía existían leyes que justificaban la violencia de los hombres contra sus mujeres e hijos en el círculo doméstico.

“Los adolescentes de hoy muestran una mayor inteligencia emocional que sus padres, pero siguen teniendo los estereotipos clásicos: un chico puede salir con tantas chicas como quiera, pero si ellas hacen lo mismo son mal vistas”, explica Isabel García, psicopedagoga del instituto Goya de Barcelona.

Son precisamente estas voces de autoridad (educadores, pedagogos, psicólogos…) las que deben ser escuchadas para potenciar un modelo educativo igualitario, basado en la cooperación entre alumnos y alumnas dejando atrás la tradicional dualidad sexista.

En la educación encontraremos casi todas las soluciones para los problemas aún vigentes.

Entre la violencia de género y el acoso escolar, las dos formas de violencia más frecuentes, se basan en expresiones de un modelo de dominio y sumisión, así como la repetición de estereotipos vinculados al género.

Si bien la separación por sexos en las escuelas supone un modelo educativo minoritario; todavía existe un sustrato en la identificación del género con determinados valores – masculinos o femeninos según el imaginario colectivo – cuando el niño y niña no tiene por qué renunciar a una mitad sino aspirar a todos.

Sin presiones estereotípicas, y aprovechando la gran plasticidad cerebral durante los años de crecimiento, los alumnos y alumnas de las escuelas pueden aprenden dentro de una cultura de igualdad en contextos de interacción social que exigen la asunción de distintos roles y tareas. También por supuesto con un refuerzo familiar en valores y respeto.

Porque esta es una responsabilidad conjunta los medios de comunicación tenemos que realizar una importante labor, en el cuidado del lenguaje, tratamiento de las noticias y selección de las mismas.

Las mujeres deben ir incrementando su presencia social y mediática en roles de poder, al tiempo que los hombres deben representarse también desde la empatía o del cuidado de otras personas.

Una cosa es clara, el fin de la violencia machista no se conseguirá desde el respaldo de una parte sino de la integración de todos los colectivos, también por supuesto la colaboración activa de los hombres.

Jorge Dobner
Editor
En Positivo

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