“¿Quién domina el mundo?” Sin duda una pregunta ambiciosa con respuesta de difícil resolución dado el entramado actual de poder. Y ese es precisamente el título que enmarca el nuevo libro del prolífico Noam Chomsky , lingüista, filósofo o activista pro derechos civiles, también erigido como voz de la conciencia estadounidense.
Como si de una matrioska se tratase los ciudadanos se encuentran bajo una superestructura de instituciones dependientes unas de otras, entre los que parecen afligirse la capacidad de decisión, y por tanto nuestra calidad democrática ¿En qué medida un voto puede mover las piezas del tablero? ¿Los representantes políticos son verdaderamente libres?
Algunos ejemplos actuales como la presión del gobierno griego frente a las directrices de la troika da buena cuenta de las limitaciones de maniobra, y este es el planteamiento que Chomsky quiere desvelar a los lectores, el establishment y sus múltiples capas.
Si ya de por sí los Estados poseen estructuras internas complejas, las externas tampoco son menores. Esto es lo que Chomsky referencia como “amos de la humanidad” llevando el término de Adam Smith a la actualidad.
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Según llama la atención Chomsky “Todo para nosotros y nada para los demás” —doctrina, por otra parte, conocida como una lucha de clases encarnizada e incesante, a menudo desigual, muy perjudicial para los ciudadanos del país de origen y del mundo”.
De acuerdo a su tesis los partidos tradicionales, de izquierda y derecha han perdido identidad ante la dominancia neoliberal y acumulación de la riqueza. Al respecto, cita el ejemplo del ideal prometedor de la UE basado en la unión de pueblos heterogéneos pero que se “ha tambaleado a causa del nocivo efecto de la austeridad durante la recesión, condenada incluso por los economistas del Fondo Monetario Internacional (si bien no por los actores políticos del FMI)”.
Al referirse a EE.UU Chomsky no se queda atrás advirtiendo del clima belicista y abrumador poder de las fuerzas armadas “Esto es especialmente crucial en tres regiones: Asia Oriental, donde la armada de los EE. UU. se ha acostumbrado a tratar el Pacífico como un ‘lago estadounidense”. Consecuencia de esta dominancia alude a la errónea invasión de Irak, en contra incluso de una opinión pública que apenas apoyaba tal decisión al 10 % según encuestas internacionales.
También Asia en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), de la que forman parte los estados de Asia Central y Rusia, y a la que pronto se unirán India y Pakistán con Irán como uno de los países observadores — parece seguir un mismo sentido hegemónico “China está construyendo una versión modernizada de las antiguas rutas de la seda, con la intención no sólo de integrar la región bajo su influencia, sino también de alcanzar Europa y las regiones productoras de petróleo de Oriente Medio”.
Chomsky como siempre despierta conciencias en temas complejos, para conocer más habrá que descubrir un libro sin duda interesante.
Cristina Grao Escorihuela
Redacción
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